Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo, por Witness Lee

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EL PODER FORJADO EN CRISTO PRODUCE LA IGLESIA

Dios es demasiado grande; Él es ilimitado. Nosotros contamos el tiempo por días, pero Dios no. Para Él mil años es como un día (2 P. 3:8), y un día es como un momento. Dios creó el universo, y luego Él efectuó una muerte todo-inclusiva en la cruz, produciendo así la iglesia. Dios estaba feliz, pero aún debía hacer algo en el tiempo. Por tanto, Dios anunció el evangelio a toda la tierra. Nosotros oímos el evangelio y creímos. Muchos cristianos no pueden explicar por qué ellos creyeron, pero una vez que creyeron, no pudieron renunciar a su fe. Yo mismo traté de olvidarme de Jesús, pero nunca lo logré. Algunas personas dicen que creer es solamente una superstición, pero no podemos evitar creer.

Esta acción de creer es el poder de Cristo aplicado a nosotros. Efesios 1:19-22 habla de la supereminente grandeza de Su poder, “que hizo operar en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a Su diestra en los lugares celestiales, por encima de todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia”. Estos versículos revelan un poder cuádruple: el poder que resucita, el poder que lo trasciende todo, el poder que subyuga y el poder que gobierna. Todo este poder es para la iglesia.

Cuando creímos en Jesús, estábamos gozosos y en paz, pero mucho más que esto, cierta clase de poder nos fue transmitido. ¿Por qué creímos? Porque un poder nos fue transmitido. No pudimos escapar. Podemos decir que al creer en Cristo nos sentimos contentos, pero aun si hubiésemos llorado, aun así habríamos creído en Él porque entró en nosotros cierta clase de poder. Éste es el poder que resucitó a Cristo de los muertos, el poder que lo levantó hasta los lugares celestiales, el poder que sometió todas las cosas bajos Sus pies y el poder que lo hizo Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Es por esto que, en cierto sentido, creer en Jesús no es algo que depende de nosotros. Es posible que algunos de los jóvenes quieran desistir, al menos en parte, pero esto no depende de ellos; Dios jamás desistirá. Un poder de lo alto está transmitiendo a Cristo en nosotros continuamente.

Este poder no tiene como fin meramente salvarnos del juicio de Dios y del infierno. Según Efesios, este poder tiene como fin hacernos partes vivientes de la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. No tenemos que preocuparnos por la perdición eterna. Puesto que somos una parte del Cuerpo de Cristo, Dios jamás nos enviará al lago de fuego. Él con seguridad pondrá Su Cuerpo en el lugar apropiado. Por tanto, debemos estar en paz, olvidarnos del cielo y del infierno, y enfocarnos en la iglesia. El poder que fue forjado en Cristo es transmitido a nosotros para hacernos una parte viviente de la iglesia. Esto es un aspecto.

No obstante, en otro aspecto, debemos cooperar al remover cualquier aislamiento que impida la transmisión de este poder. Aun un poco de material aislante puede frustrar el flujo de electricidad. El poder que fue forjado en Cristo es transmitido a nosotros, pero muchas veces estamos aislados interiormente. Es por esto que el poder forjado en Cristo no parece ser muy potente en nosotros. Tenemos que condenar este aislamiento y arrepentirnos del mismo al confesar, aplicando la sangre para que nos limpie y nos lave de tal aislamiento. Si hacemos esto, inmediatamente tendremos la sensación de que algo fluye en nuestro interior. Ésta es la corriente de la electricidad celestial. Entonces percibiremos que estamos bajo el fortalecimiento y que estamos en la iglesia y dedicados a la iglesia.

(Disfrutar las riquezas de Cristo para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo, capítulo 1, por Witness Lee)