APRENDER A TENER EL DEBIDO INTERÉS
POR LAS PERSONAS
Después de que el Señor ha tratado con nosotros exhaustivamente y después de asumir la carga, tenemos que aprender a tener un interés por las personas. Debido a la caída, muchos entre nosotros no tienen interés por otros. Pensamos que si ellos se van al cielo o al infierno es algo que únicamente les concierne a ellos. No nos importa si los demás crecen en vida, y nos parece que preocuparnos por nuestro propio bienestar espiritual ya es suficiente. Sin embargo, el servicio en la iglesia requiere que cada uno de nosotros se relacione con otros. Debemos interesarnos por el pueblo del Señor. El gusto que sentimos por ciertos alimentos nos puede servir de ejemplo para mostrar lo que queremos decir con esto. A muchos chinos les interesa mucho la comida china y les gusta ir al barrio chino. Sin embargo, a nosotros nos debe interesar el pueblo del Señor. Todos los días, el pueblo del Señor tiene que ser nuestra “comida” (Jn. 4:31-34). Algunas hermanas jóvenes debieran decir: “Todas las hermanas que están en la vida de iglesia y tienen entre diez y quince años de edad son mi comida. Es tal mi interés en las jóvenes”.
Sin embargo, nuestro interés por otros no debe ser un interés natural. Algunas personas nacieron con la tendencia de conversar con otros e incluso de chismear. Esto no es lo que queremos decir cuando hablamos de interesarse por los demás de manera apropiada. A muchos jóvenes les encanta hablar sobre el matrimonio, y a muchos que son mayores les gusta hablar entre ellos de lo que sucede con sus hijos, nietos y parientes. Tenemos que desechar por completo esta clase de chisme. Ésta es una tendencia natural y social. En vez de ello, tenemos que mostrar interés por las personas en conformidad con la vida divina. No debiera interesarnos averiguar sobre los matrimonios de otros, sobre sus parientes políticos o sobre otros asuntos. Lo único que nos interesa es la vida. Debemos orar sobre esto, y algunos incluso necesitan orar y ayunar al respecto. Podríamos orar diciendo: “Señor, por naturaleza me gusta conversar con los demás de una manera natural”; pero otros deberán orar diciendo: “Señor, por naturaleza, no me agrada conversar con otros. Amo a los hermanos y ya tengo diez años en la iglesia, pero aun hoy no me gusta abrirme a nadie”. Todos debemos orar: “Señor, pon en mí una carga. Deseo interesarme íntegramente en todos Tus queridos santos, no de una manera natural ni para socializar, sino de la manera que corresponde a la vida divina. Señor, estoy dispuesto a pagar el precio que sea necesario, incluso al costo de mi vida. Amo a estas personas y moriría por ellas. Es mi deseo ver que ellas sean salvas, crezcan en vida y lleguen a la madurez”.
Después de esto podemos recibir una carga por determinadas personas. Debemos hacer una lista de ellas, llevarla siempre presente y orar por cada una de ellas. Una hermana adolescente podría orar: “Señor, esta joven aún no es salva. Señor, no tendré paz hasta que ella sea salva. Señor, tienes que salvarla aun por causa mía”. Es probable que pretendamos ser muy espirituales y digamos: “Señor, esto no es por causa mía”. Sin embargo, el Señor dirá: “Debido a que sientes una carga genuina por esa joven, Yo la salvaré por causa tuya”. Finalmente, esta hermana verá a esa jovencita salvarse. Quizás después de esto ella diga: “Señor, esta jovencita ya es salva, pero no te ama. Yo jamás podría sentirme satisfecha con eso. Haz algo para que ella te ame, Señor, así como yo te amo”. Una vez más esta hermana verá que el Señor contesta su oración. Del mismo modo, la generación de más edad debe tener la carga y orar de la misma manera. Debemos interesarnos por las personas y estar involucrados con ellas. Entonces nos será fácil recibir una carga. Hay muchas personas en la iglesia que necesitan que nosotros las llevemos sobre nuestros hombros y en nuestro pecho (Éx. 28:9-12, 15-21, 29). Debemos amarlas. Cuando caen, debemos llorar por ellas; cuando se levantan, debemos regocijarnos. Debemos llevarlas como nuestras cargas. Nuestro servicio no consiste simplemente en acomodar las sillas, limpiar, servir de ujieres ni hacer trabajos administrativos. Todos estos servicios son temporales y son el medio, el instrumento o canales que usamos para cuidar a las personas. Todos debemos acudir al Señor para orar y recibir esta carga.
(
Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, La, capítulo 1, por Witness Lee)