UNA PALABRA ADICIONAL TOCANTE
A LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO DE CRISTO
Si hemos de ser edificados debemos tomar
medidas en cuanto a nuestras peculiaridades
Como vimos en el capítulo anterior, lo primordial en el servicio de la iglesia es la edificación. Debido a que la mayoría de los cristianos no se dan cuenta de la necesidad de la edificación, el cristianismo actual es meramente un grupo de organizaciones. Un edificio no es meramente una recopilación de materiales. La verdadera naturaleza del edificio de Dios se muestra en Efesios 4:16, que dice: “Todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado”. En un edificio, todos los materiales finalmente pierden su propia identidad. Cada pieza del edificio pierde sus características peculiares y todas las piezas llegan a ser iguales. Por ejemplo, una casa se edifica con varios materiales. Resulta fácil identificar cada uno de los diversos materiales o piezas específicas e individuales antes de que formen parte de la casa edificada, debido a la peculiaridad de cada uno de ellos. Por lo tanto, ser edificados equivale tomar medidas en cuanto a nuestras peculiaridades para que seamos librados de ellas. Cualquier peculiaridad que tengamos debe ser eliminada.
No queremos hablar sobre este asunto de una manera meramente doctrinal. Si hacemos esto, estaremos repitiendo la trágica historia del cristianismo. Algunos de los queridos santos en el recobro del Señor tienen el concepto de que el recobro crecerá de una manera rápida. Nosotros podemos rápidamente emplear trabajadores para que amontonen los materiales de construcción, pero no podemos levantar un edificio adecuado de una manera rápida. De la misma manera, el recobro del Señor no puede avanzar rápidamente, ya que se trata de una obra de edificación y no de un movimiento. Si deseamos producir un movimiento, lo podemos hacer rápidamente; pero hacer esto sería simplemente repetir los fracasos del cristianismo. No hay necesidad alguna de repetir tal historia de fracasos. En lugar de ello, nosotros deseamos ver que los santos crezcan en vida y que el número de santos aumente en todas las iglesias. Nosotros no queremos ver un “amontonamiento” de materiales, sino una obra genuina de edificación. Ser edificados equivale a permitir que nuestras peculiaridades sean eliminadas. Este asunto no es nada insignificante.
Guardar el orden apropiado en el Cuerpo
bajo la autoridad de Cristo como cabeza
Además, todo edificio es algo vertical, no solamente horizontal, y los edificios más útiles son los altos. Nosotros, los seres humanos, no fuimos creados planos. Sólo Satanás, la serpiente, es plano. En principio, cada sociedad mundana es una serpiente plana, arrastrándose sobre la tierra sucia. Incluso algunos santos en el recobro del Señor aún tienen el concepto de que la iglesia es “plana”, esto es, que todos tienen el mismo lugar en el Cuerpo. Si tratamos de hacer que todos sean iguales de esta manera, convertiremos la iglesia en una serpiente. La iglesia es el Cuerpo de Cristo. Un cuerpo no solamente es horizontal, sino también vertical. El hecho de que un hombre esté parado de manera vertical indica que es fuerte, pero cuando está cansado, él se sienta y, cuando está rendido, se acuesta. Con el tiempo, cuando una persona muere, su cuerpo yace plano. Muchos queridos santos aún desean que el Cuerpo sea “plano”. Ésta es la sutileza del enemigo. Cualquier cosa que sea vertical es útil, pero cualquier cosa que sea solamente horizontal pierde mucha de su utilidad. Derribar las partes de un edificio y ponerlas en el piso horizontalmente, las hacen inútiles.
Edificar algo es hacer que se levante verticalmente. Entre más “vertical” es una iglesia local, más fuerte es. Cualquier cosa que sea vertical debe tener un orden apropiado. El Señor no pone a los miembros de Su Cuerpo en una posición ni muy alta ni muy baja. Por el contrario, Él nos ha colocado a todos en el lugar apropiado (1 Co. 12:18, 28). Si todos permanecemos en el lugar donde hemos sido puestos, estaremos en el orden apropiado. Ésta es la manera de la edificación. Decir que la iglesia es el Cuerpo de Cristo con la función de todos los miembros, no significa que los miembros tienen el mismo lugar en el Cuerpo. Tal cosa no sería el Cuerpo. En nuestro cuerpo físico, los pies se encuentran abajo, mientras que la cabeza se encuentra arriba. Los pies no dicen: “Cabeza, estás muy arriba; necesitas bajar. Seamos todos iguales”. Ni la cabeza puede decir: “Pies, están muy abajo. Por favor, suban”. En la iglesia odiamos la jerarquía, pero apreciamos la autoridad como cabeza. Todo nuestro cuerpo depende de la cabeza. Tal vez digamos que el cuerpo se sostiene por los pies, pero si cortamos la cabeza, los pies no harán su función. El hecho de que nuestro cuerpo se mantenga en pie depende muy poco de los pies; eso primordialmente depende de la cabeza que lo sostiene. Si no estamos bajo la autoridad como cabeza, no seremos reunidos bajo una cabeza.
El término reunir bajo una cabeza no es un invento nuestro. En Efesios 1:10 el apóstol Pablo dice: “Que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas”. En la creación efectuada por Dios existía un orden, pero con la caída del hombre el orden fue destruido y la humanidad quedó en una posición “plana”, sin la autoridad apropiada como cabeza. Desde entonces hasta el presente y aun en el futuro, lo que Dios está haciendo es que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas. Cristo es nuestra Cabeza hoy, lo cual implica la posición como cabeza, o sea, la autoridad que tiene como la Cabeza sobre todo el Cuerpo. La autoridad de la Cabeza es lo que sujeta y sostiene a todo el Cuerpo. Si perdemos la Cabeza, no tendremos la autoridad como cabeza y el Cuerpo se derrumbará. En nuestro cuerpo físico cada miembro tiene su propio lugar en el orden apropiado. El brazo se halla debajo del hombro; la mano, debajo del brazo; y los dedos, debajo de la mano. Esta clase de orden mantiene la autoridad como cabeza, y es el hecho de que guardemos la autoridad como cabeza que hace que los miembros sean útiles. Una vez que un miembro pierde su posición, está fuera de la autoridad de la cabeza, se sale de su función y estará fuera de la edificación apropiada. Esto no es un asunto de poca importancia. Lo que detiene a las iglesias en el recobro del Señor de avanzar rápidamente son los problemas relacionados con la autoridad como cabeza.
Muchos de nosotros tenemos un concepto equivocado de lo que es la edificación. Si el Señor abre nuestros ojos para ver lo que realmente es la edificación apropiada, nos daremos cuenta de cuánta edificación nos falta. Por un lado, el cristianismo a través de los siglos pasados nos brindó mucha ayuda. Incluso hoy en día estamos apoyados sobre los hombros de muchos santos que vivieron antes que nosotros. Por otro lado, el cristianismo ha ejercido una influencia negativa sobre nosotros, y hoy es muy difícil ser librados de ello. Si todos nosotros tomamos las cosas en serio con el Señor, deberíamos tratar con el Señor en este respecto de forma absoluta, diciendo: “Señor, desde hoy en adelante, dejaré todo el conocimiento, enseñanzas y prácticas doctrinales que recibí en el cristianismo y sólo permaneceré en el espíritu contigo”. Si hacemos esto, seremos personas diferentes, y nuestros conceptos cambiarán radicalmente.
En el edificio debe haber un orden “vertical” apropiado. Sin el orden apropiado, nada puede ser edificado, y no podremos ser útiles. Esto es exactamente lo que el enemigo desea. Mientras no seamos edificados, para él no hay diferencia entre cuántas reuniones tengamos o cuánta gente asista a ellas. Hoy en día la Iglesia Católica Romana tiene millones de personas en todo el mundo; sin embargo, debido a que se basa en el mismo principio que cualquiera de los movimientos seculares que hay en el mundo, no le es útil al Señor. El Señor necesita el edificio genuino. Por consiguiente, necesitamos orar, pedirle al Señor misericordia y decirle: “Señor, necesito ser edificado”. Esto causará que de manera espontánea experimentemos un cambio radical. Aquellos que están fuera de las iglesias no se dan cuenta de lo que hacemos aquí; por tanto, hablan de muchas maneras acerca de nosotros. Nos entienden sólo conforme a lo que ellos son y a lo que practican. Sin embargo, si el Señor tiene misericordia de nosotros, tendremos la debida edificación.
(
Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, La, capítulo 8, por Witness Lee)