NEGOCIAR CON NUESTRO TALENTO
COMO ESCLAVOS FIELES
Según la parábola de los talentos relatada en Mateo 25, el problema no es con el que tenía cinco talentos, ni con el que tenía dos, sino con el que tenía un solo talento. Éste dijo: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo” (vs. 24-25). Su señor no discutió con él. Es como si dijese: “Sí, soy hombre duro, pero no me eches la culpa. Puesto que sabías quién soy, debías haber recolectado y cosechado”. Después dijo: “Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos” (v. 28). En esto consiste la economía divina. La economía humana consiste en cuidar de aquellos que no tienen nada. Si alguien tuviera cinco talentos, le pediríamos que comparta algo con los que tienen menos. Sin embargo, la economía divina no es así. Cuanto más tenemos, más el Señor nos añadirá; pero cuanto menos tengamos, más el Señor nos quitará. La razón por la cual no obtenemos ganancia alguna es porque no usamos el talento que tenemos. Nuestra excusa es que no somos apóstoles, ancianos, ni líderes de un grupo de servicio. Sin embargo, es muy bueno ser un “don nadie”. El Señor no usa a los que creen ser “alguien”, sino que usa a los “don nadie”. Si pensamos que somos alguien muy importante, tenemos que ser reducidos a nada. Cuando finalmente no somos nadie, el Señor intervendrá para usarnos. Por tanto, no debemos disculparnos diciendo que no sabemos cómo hacer algo.
Muchos de nosotros estamos llenos de pretextos. ¿Cuántas ganancias hemos obtenido para el Señor? Todas las razones que damos por no haber obtenido ganancias son sólo pretextos. Tal vez todos esos pretextos sean válidos para nosotros, pero cuando el Señor venga, Él nos llamará a darle cuentas. En ese momento no tendremos nada que decir, ni tendremos ninguna excusa que dar. Al respecto, el Señor es un “hombre duro”. Él reconoce que siega donde no ha sembrado y que recoge donde no ha aventado. No obstante, no sería acertado decir que el Señor no ha sembrado nada. Al menos ha sembrado un talento en nosotros. Todos tenemos algo. Nadie puede decir que jamás ha recibido nada de parte del Señor.
El Señor no exige que todos produzcamos las mismas ganancias. Todo lo que tenemos que hacer es producir algunas ganancias. El que recibió cinco talentos ganó otros cinco talentos, y el que recibió dos talentos ganó dos talentos más. Si el que había recibido un talento hubiera ganado al menos otro talento, habría recibido el mismo elogio de parte del Señor. Cinco más cinco, dos más dos y uno más uno es todo lo mismo para el Señor, y Él nos elogiará a todos por igual. Debemos tener cuidado de no hacer nada con lo que tenemos. Si no somos cuidadosos, el talento que tenemos podría sernos quitado y dado a otros. Hoy en día la situación en la iglesia no es muy equilibrada. Algunos son muy útiles, pero otros no lo son debido a que no ejercitan su talento. Todos debemos acudir al Señor desesperadamente, a fin de poder llevar fruto y obtener algunos “intereses” que le podamos dar.
(Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, La, capítulo 3, por Witness Lee)