Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, La, por Witness Lee

Más extractos de este título...

QUINCE PUNTOS PRÁCTICOS EN CUANTO AL PASTOREO

No ser rápido, sino pasar el tiempo adecuado para pastorear a las personas

No debemos ser tan rápidos a fin de pastorear adecuadamente a las personas. Nuestra manera de ser rápida deberá ser eliminada. No podemos pastorear a alguien hablándole unos cuantos minutos. Por consiguiente, tenemos que estar preparados para pasar tiempo suficiente con las personas.

Ser positivo y no ser descuidado

Aunque no debemos ser tan rápidos, debemos ser muy positivos. Con frecuencia, las personas que son positivas son rápidas, mientras que las personas lentas son pasivas, incluso descuidadas e indiferentes. Si un hermano dice: “Vamos a visitar a alguien”, el pasivo diría: “No debemos ser tan rápidos. Vamos a esperar otras dos semanas”. No obstante, si las madres tomaran cuidado de sus pequeños pasivamente, sus hijos no sobrevivirían. No debemos ser tan rápidos, pero debemos ser positivos y llegar a tiempo. El secreto de un buen cirujano no radica en ser tan rápido, sino en ser positivo y en no perder el tiempo. Todos debemos aprender la mejor manera. Tenemos gran necesidad de que la cruz opere en nuestra manera de ser. Cada persona tiene cierta capacidad de pastorear; sin embargo, a fin de pastorear conforme al estándar apropiado, debemos ser muy positivos aunque no muy rápidos.

Escuchar a los demás a fin de conocer sus verdaderas necesidades y situaciones

Debemos aprender a escuchar a los demás a fin de conocer sus verdaderas necesidades y situaciones. Esto requiere detener nuestro propio pensamiento, concepto, sentimiento y hablar mientras los pastoreamos. Debemos estar abiertos a los demás y permitirles que su situación nos hable. Esto no es fácil; significa que debemos ser muy positivos y no rápidos. No debemos decir muchas cosas ni tomar decisiones rápidas. Por el contrario, debemos detenernos y escuchar a la persona a quien estamos cuidando, permitiéndole que diga algo y haciendo todo lo posible por entenderla, poniéndonos en su lugar para comprender su situación de la misma manera que ella la entiende.

Cuando visitamos a las personas, muchas veces en vez de ayudarlas, las perjudicamos; derribamos en lugar de edificar. Esto se debe a que estamos muy crudos; nunca hemos sido “cocinados”. Todavía somos demasiado salvajes debido a que no hemos sido quebrantados adecuadamente. Mientras estemos crudos y salvajes, sólo seremos capaces de ofender a las personas y no de nutrirlas. Incluso si las nutrimos hasta cierto punto, quizás las ofendamos en otro punto aún más, dando como resultado un “adeudo neto”. Tal vez sentimos que hemos ayudado a un hermano; sin embargo, no nos damos cuenta de que le hemos golpeado aún más. Al final, esta clase de pastoreo resulta en pérdida. Por tanto, todos necesitamos ser disciplinados. Tal vez alguien diga: “Si es así, ser un hermano o una hermana en la iglesia local es muy difícil. Simplemente queremos asistir a la reunión el día del Señor y pasar un buen tiempo durante una hora escuchando los buenos cantos y hablar. Pastorear a las personas conforme a un estándar elevado es una carga muy pesada”. Sí, es una carga, pero no tenemos opción. Cuando digo estas cosas, parece que soy un alborotador que primero se perturba a sí mismo y luego perturba a los demás. No obstante, conforme a los escritos de Pablo, él era un “alborotador”. Él se dio a sí mismo sin paz ni descanso para cuidar a las iglesias (2 Co. 11:23b-28). Él se perturbaba a sí mismo, perturbó a todos los santos e incluso hoy nos está perturbando. Si leemos sus epístolas, todos nos perturbaremos. La vida de iglesia es una vida de perturbaciones, pero ¿qué otro camino podemos tomar? Nuestro destino es tomar este camino. Como seres humanos, debemos creer en el Señor Jesús, y como creyentes, no tenemos opción, sino que tomar el camino de la vida apropiada de iglesia.

Visitar a otros sin hablar demasiado

Debemos aprender también a no hablar demasiado cuando visitamos a las personas. Ésta es la lección más difícil de aprender en cuanto al pastoreo. Entre más esperemos para hablar, mejor. Tal vez pregunten: “Si no debemos decir nada, ¿por qué debemos contactar a alguien?”. El secreto radica simplemente en contactarlos sin decir mucho. Si hablamos demasiado, seremos como los amigos de Job. Esto hará que perdamos nuestro tiempo y nos traerá más problemas. La mejor manera de pastorear a una persona es visitarla sin hablar demasiado. Si esa persona pregunta si hay algo que tengamos que decir, simplemente podemos decirle: “Alabado sea el Señor. Amén”. Hace más de cuarenta años algunos de nosotros fuimos donde el hermano Nee y le dijimos: “Hermano Nee, recibí la invitación de una iglesia en cierto lugar. Por favor, dígame, ¿qué debo hacer?”. Él nos decía: “No hagan nada excepto esto: siempre que les pregunten algo, deben decir: ‘No sé’”. Esta respuesta de verdad nos molestó. Dijimos: “Si es así, no necesitamos ir. Si respondemos así, ellos simplemente nos pedirán que nos vayamos”. No obstante, con el tiempo reconocimos que esta comunión nos brindó la mejor ayuda.

Debido a que todos asumimos saber demasiado, es difícil decir: “No sé”. El hermano Nee nos enseñó a decir: “No sé”, porque estrictamente hablando, no sabemos mucho, y lo que sabemos, no lo sabemos perfectamente. No contactamos personas para enseñarles. Nosotros mismos tenemos una necesidad mayor de que nos enseñen. Debemos ir a los santos y a las iglesias para aprender de ellos. No debemos considerar que nosotros sabemos más de lo que ellos saben. Es posible que ellos sepan más que nosotros. Aquellos que fueron a las iglesias sin practicar el principio del hermano Nee al final causaron muchos problemas. Así que, el secreto al contactar a las personas no es hablar mucho, sino dejar que ellos digan algo.

(Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, La, capítulo 8, por Witness Lee)