EL SERVICIO EN LA IGLESIA
SE LLEVA A CABO EN LA COMUNIÓN GENUINA,
QUE ES EL FLUIR Y LA IMPARTICIÓN DE VIDA
Como aquellos que han nacido de nuevo, nosotros poseemos la vida divina. Sin embargo, es posible que en el servicio de la iglesia no dependamos mucho de la vida divina. Tal vez simplemente hagamos las cosas y hablemos, contemos chismes, hagamos preguntas y ejercitemos nuestra mente y parte emotiva, y a eso lo llamemos “comunión”, mas no dependemos en absoluto de la vida divina que está en nosotros. El simple hecho de reunirnos para conversar de forma amistosa sin ministrarnos vida unos a otros, no es comunión, sino meramente una actividad social. La comunión genuina es el fluir y la impartición de la vida unos a otros. Yo le ministro vida a usted, luego usted me ministra vida a mí, y en esa corriente de vida se da la verdadera comunión. Si en nuestros grupos de servicio únicamente nos preocupamos por cumplir con ciertas tareas sin impartirnos vida unos a otros, ése no será el verdadero servicio de la iglesia. Eso será sólo cierta clase de servicio social. Todo lo relacionado con la iglesia debe tener la naturaleza de vida, el contenido de vida y debe impartir vida. La “moneda” en el “cambio” de la iglesia no es el dólar, sino la vida divina; la vida divina es nuestra única “mercancía”. La iglesia depende íntegramente de la vida. Nuestra obra, palabras, comunión, servicio, ministerio, mensajes, estudio de la Biblia y nuestras oraciones deben hallarse en el fluir y la impartición de vida.
(Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, La, capítulo 3, por Witness Lee)