Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, La, por Witness Lee

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NO CRITICAR NI DISENTIR A FIN DE GUARDAR LA UNIDAD POR CAUSA DE LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO DE CRISTO

El Nuevo Testamento nos dice que hay unas cuantas cosas que no debemos tolerar. Si alguno adora ídolos, debemos limpiarnos de él, y si un hermano vive en inmoralidad, debemos pedirle que se arrepienta (1 Co. 5:11; 2 Ti. 2:20-21). Si le pedimos a un hermano que se arrepienta, no lo estamos criticando, sino amonestándolo en amor. Del mismo modo, tampoco podemos tolerar la división, y de ningún modo debemos recibir a nadie que niegue que Jesús es el Hijo de Dios o diga que la Biblia no ha sido divinamente inspirada (Ro. 16:17; Tit. 3:10; 1 Jn. 4:2-3; 2 Jn. 7, 10; 2 Ti. 3:16). Sin embargo, en cuanto a otros asuntos, es mejor preocuparnos por la edificación, no expresando palabras de crítica. La crítica siempre proviene de una manera de ser disidente y menoscaba la edificación. Si un hermano lleva el pelo largo o corto, o si tiene barba o se afeita, no debemos decir nada al respecto. Asimismo, si las hermanas se ponen faldas cortas o largas, tampoco debemos decir nada. Estos asuntos dependen de la gracia del Señor. Si alguien tiene su casa ordenada o desordenada, simplemente no debemos prestar atención a ello. Debemos alejarnos de toda clase de crítica, porque la crítica proviene de la disensión, la cual a su vez se origina en la manera de ser del hombre caído, en la cual Satanás, quien es sutil, se aloja. Esto le causa daño al edificio. En lugar de ello, debemos proteger el edificio.

Cuando nos reunimos en los grupos de servicio, debemos por sobre todo guardar la unidad. Si los hermanos que llevan la delantera en el servicio nos piden acomodar las sillas de una manera particular, no debemos expresar palabras de disensión. Simplemente debemos hacerlo como ellos dicen. Incluso si acomodamos las sillas de esa manera que nos parece tonta, obedecer a los hermanos es mucho mejor que actuar de manera disidente. No es necesario discutir con ellos para demostrarles que sabemos más que ellos. Hacer eso ciertamente sería una necedad. Puesto que dichos hermanos llevan la delantera, debemos hacer las cosas como ellos dicen. Tal vez después de haber orado nos pidan acomodar las sillas de una manera más apropiada. Si ése fuera el caso, no debemos sentirnos ofendidos. Simplemente debemos decir: “Alabado sea el Señor por Su sabiduría”, y hacer lo que nos piden. Aunque este ejemplo es un poco extremo, ejemplifica la necesidad de unidad que existe en la vida de iglesia. Si se percibe la unidad entre nosotros, la gente estará impresionada y dirán: “Ciertamente ésta es la vida de iglesia”. Sin embargo, tal vez discutamos con los hermanos y digamos: “Ustedes son insensatos. ¿Cómo vamos a acomodar las sillas de esa manera?”. En este caso, la gente expresará: “Ésta no es la iglesia, sino un campo de batalla”. Lo que importa no es cómo hacemos las cosas; lo que importa es la unidad.

Después de haber estado por más de doce años en el sur de California, los hermanos aquí pueden testificar que nunca he discrepado con ellos. Cualquier cosa que ellos digan, yo los sigo. Hay quienes han dicho que los hermanos aquí me dicen que sí únicamente a mí. De hecho, son más frecuentes los casos en los que yo les digo que sí a ellos. Muy a menudo me preguntan cuál es mi sentir en cuanto a algún asunto, pero siguen adelante para hacerlo de manera diferente a mi sentir. Nunca me enojo con ellos. Simplemente digo: “Alabado sea el Señor. Tu manera es la mejor”. Ésta es la manera como servía junto al hermano Watchman Nee en China. Después que hubo un avivamiento en la iglesia en Hong Kong a través del hermano Nee, él me envió un telégrafo para que fuera y me encargara de hacer los arreglos del servicio de los ancianos, los diáconos y de toda la iglesia allí. Una noche después de que llegué, él me dejó encargado de la reunión. Yo le dije: “Hermano Nee, siempre que usted esté aquí, yo lo seguiré y no hablaré nada por mi propia cuenta”. Esto demuestra que en la obra del Señor en la iglesia, lo primero es la unidad.

(Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, La, capítulo 7, por Witness Lee)