APRENDER DEL SEÑOR JESÚS
A CÓMO CONTACTAR A LAS PERSONAS
La manera en la que el Señor hablaba era una predicación maravillosa. Él no hizo un milagro, no habló de manera elocuente ni ejerció una habilidad especial al predicar. En cambio, habló con ella de manera sencilla. Todos debemos aprender a hablar así. No necesitamos ir a un seminario para aprender enseñanzas doctrinales. Simplemente podemos leer los Evangelios y aprender del Señor Jesús a cómo contactar a las personas. El Señor habló de manera normal con abundancia de vida. Mientras hablaba con esa mujer, Él estaba iluminándola, infundiendo Su elemento en ella. Fue por esto que dejó su cántaro (Mt. 4:28). Ella se olvidó de sacar el agua física porque había recibido el agua verdadera. Ella misma vino a ser el cántaro que habría de contener el agua viva. Ella fue a la ciudad y le dijo a la gente: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho” (v. 29). Ella tampoco hizo ningún milagro ni hablaba con elocuencia, sino que simplemente era un testimonio vivo que le testificó a la gente.
Mientras ella se había ido, los discípulos del Señor regresaron y le rogaron que comiera. A esto el Señor respondió: “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis” (v. 32). Eso significa que el Salvador era el agua viva para el pecador sediento, y que el pecador satisfizo el hambre y la sed del Salvador. La mujer samaritana bebió de Jesús, y Jesús fue alimentado por ella. Después que ellos conversaron, llegaron a ser una mutua satisfacción el uno al otro.
La manera apropiada de predicar el evangelio no se relaciona con un avivamiento ni con milagros pentecostales. Antes bien, es algo que se lleva a cabo de una manera normal. El Señor estableció un buen ejemplo de esto en Juan 3 al hablar de noche con un hombre y en el capítulo 4 al cuidar por una mujer inmoral. Ésta fue la manera apropiada en que Jesús predicó el evangelio. Muchos hoy en día son más espirituales que el mismo Señor Jesús. En estos dos capítulos de Juan no se habla sobre la oración; no obstante, hoy muchos nos dicen que primero tenemos que orar y ayunar hasta que un avivamiento sobrevenga repentinamente. El Señor Jesús no hizo esto. Es verdad que en Hechos se menciona la oración de la iglesia, pero como dijimos, Hechos es un libro de comienzos, no un libro de compleción. Juan, por el contrario, es el último libro de los Evangelios. Una palabra de conclusión tiene más significado que las palabras de introducción; y en la Biblia no encontramos palabras de conclusión en los primeros libros sino en los últimos, como es el caso de Juan. Según el Evangelio de Juan, la palabra de conclusión es el hecho de que el Señor no ponía Su confianza en los milagros. Su interés está enfocado en la vida, la regeneración y el agua viva. En Juan 3 y 4 no vemos milagros, pero ciertamente vemos la fuerza, el poder y las riquezas de la vida interior. Debe impresionarnos el hecho de que el Señor es un modelo en cuanto a la predicación adecuada del evangelio, y no en cuanto a hacer milagros. En el capítulo 2 Él hizo un milagro, pero vemos que también Él no tenía confianza en aquellos cuyo interés principal eran los milagros. Inmediatamente después, Él estableció el modelo de cómo se debe ministrar vida a los demás, cuando le abrió la puerta a una persona de clase alta para que fuese regenerada con la vida divina y eterna, y también lo hizo cuando ayudó a una mujer de clase baja a beber del agua viva. Éstos son los ejemplos que el Señor nos ha dejado. Es así como todos debemos ocuparnos del evangelio hoy.
(Manera normal de llevar fruto y de pastorear a fin de edificar la iglesia, La, capítulo 6, por Witness Lee)