DISFRUTAR LA MEJOR PORCIÓN DE CRISTO
EN EL ÚNICO LUGAR AL LIBERAR NUESTRO ESPÍRITU
El Cristo por quien nosotros vivimos y con quien nosotros vivimos es nuestro disfrute. Nosotros le comemos y disfrutamos. No nos comemos nuestros sufrimientos. Yo como a mi Cristo y luego traigo a las reuniones la porción más excelente del Cristo que he experimentado. Cuando traigo a este Cristo a las reuniones, lo comparto con otros y lo ofrezco a Dios, le disfruto junto con Dios y con los santos. Primeramente, yo me di cuenta que necesitaba la mejor porción de Cristo. Luego, empecé a ayudar a los santos a darse cuenta de esto. Finalmente, esto revolucionó nuestro vivir. Desde entonces hemos aprendido cómo obtener una cosecha. En segundo lugar, aprendí a traer la mejor porción de la cosecha a las reuniones de la iglesia. Sin embargo, al comienzo no me percaté de la necesidad de liberar mi espíritu. Por esta razón, compartía a Cristo de una manera más bien muerta. Contaba mi experiencia de Cristo a los santos de una manera muerta sin liberar mi espíritu. Cuando me di cuenta de esto, me condené a mí mismo y me arrepentí. Después de esta experiencia, entré a la reunión y dije: “¡Alabado sea el Señor! ¡No necesito más paciencia, perseverancia ni quebrantamiento! ¡Lo que necesito es Cristo! Y la mejor manera de ganarlo a Él es invocar Su nombre. ¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús!”. ¡Cuán refrescante es esto!
Recuerden las tres cosas que necesitamos para comer la mejor porción de Cristo. En primer lugar, debemos obtener una cosecha. Esta cosecha no es una cosecha de paciencia, perseverancia, lecciones ni sufrimientos, ni tampoco una cosecha de llevar la cruz. Lo que necesitamos es una cosecha de Cristo. Cada día lo que cultivamos no es paciencia; cultivamos a Cristo. Debemos vivir por Cristo y con Cristo, al darle la oportunidad de crecer en nosotros. Entonces obtendremos una cosecha de Cristo. En segundo lugar, debemos discernir cuál es el único lugar de unidad. No debemos ir a un lugar de división, esto es, a un lugar donde no se encuentra la presencia del Señor ni Su hablar. En tercer lugar, cuando vengamos al lugar de unidad con nuestra cosecha de Cristo, debemos ejercer nuestra función al liberar nuestro espíritu para compartir a Cristo con otros. Una vez que todos hagamos esto, las reuniones de la iglesia estarán llenas de las riquezas de Cristo. Es así como disfrutamos de la mejor porción de Cristo. Este disfrute de Cristo nos hará personas fuertes y sólidas, aptas para la edificación; de hecho, hará que seamos una montaña de la cual se extraen el hierro y el cobre, los materiales necesarios para derrotar a los enemigos. ¡Aleluya, ésta es la economía de Dios!
(NĂșcleo de la Biblia, El, capítulo 8, por Witness Lee)