EXPERIMENTAMOS A CRISTO COMO EL TRIGO
EN MEDIO DE NUESTRAS LIMITACIONES
Todos sabemos lo que significa estar limitados. La vida matrimonial, por ejemplo, es una limitación y una restricción para nosotros. El matrimonio ciertamente nos impone limitaciones. Aunque los jóvenes pueden ser libres como las aves del cielo, llegan a experimentar limitaciones cuando se casan. Aunque usted pueda ser tan libre como un ave hoy, se encontrará en una jaula después de que se case. Toda esposa es una jaula para su esposo, y todo esposo es una jaula para su esposa. Antes de casarme, yo dejaba la ventana de mi cuarto abierta durante la noche porque me gustaba mucho sentir el aire fresco. Pero mi esposa cerraba todas las ventanas y convertía el cuarto en una jaula. Asimismo, antes de casarme tenía la libertad de pasar todo el tiempo que quisiera leyendo la Biblia. Podía quedarme estudiando la Biblia desde las siete de la noche hasta las dos de la mañana. Sin embargo, después de que me casé, el tiempo que dedicaba a estudiar la Biblia en la noche tuvo que ser más limitado. A las 9:30 de la noche mi esposa quería apagar las luces porque a ella le parecía que era hora de acostarse. Sin embargo, aunque no siempre nos sintamos contentos de estar en la jaula de nuestra vida matrimonial, no podemos escapar de ella. Para nosotros los cristianos, no existe el divorcio ni la separación. No podemos escapar de la jaula de la vida matrimonial. Después de cierto tiempo, algunos pajarillos nacen en esta jaula. ¡Cuántas más restricciones experimentamos! A medida que pasaron los años y nacieron mis hijos, yo experimenté muchas más limitaciones. Le clamaba al Señor, diciendo: “¡Oh, Señor Jesús! ¿Qué debo hacer?”. El Señor parecía decirme: “Sencillamente debes aceptar la limitación y la restricción. Mírame a Mí. A pesar de que soy el Dios ilimitado, me encarné y estuve limitado por treinta años. Puedo prometerte que después de treinta años serás liberado”.
Un día, treinta años más tarde, le dije al Señor: “Señor, Tú me dijiste que sería liberado después de treinta años, pero ahora estoy más limitado que nunca antes. No sólo tengo hijos e hijas, sino también nueras, yernos y nietos. Además estoy limitado por tantas iglesias y ancianos. Señor, ¿qué debo hacer ahora?”. Entonces el Señor me dijo: “Mírame una vez más. Aunque yo fui liberado después de treinta años, ¿no te das cuenta de que sigo estando limitado por ti y todos los demás creyentes?”. Finalmente, recibí la visión de Cristo como el trigo. El propio Cristo que mora en mí es el Cristo encarnado. En un sentido, Él todavía está encarnado hoy, pues el Cristo que mora en nosotros está dispuesto a estar limitado, enjaulado, en nosotros. Cuando recibí esta visión del Cristo limitado, empecé a adorarlo, diciendo: “Oh Señor, te doy gracias por mi esposa, por todos mis hijos, por todas las iglesias y por todos los ancianos. Cuánto te agradezco, Señor, por mi jaula”. Tal oración hace que el trigo inmediatamente empiece a crecer. Puedo testificar que tengo un campo de trigo en mi vida cristiana. Cuánto le agradezco al Señor por mi esposa, por mis hijos, por mis nueras y yernos, por mis nietos, por las iglesias y por los ancianos. Todo esto produce el entorno propicio que me permite cultivar el trigo.
Los hermanos y hermanas jóvenes que se remontan en el aire como aves no tienen nada de trigo. Cada vez que vienen a una reunión de la iglesia, vuelan libremente, pero no tienen nada de trigo en sus manos. Sin embargo, una vez que se casen y experimenten a Cristo en sus limitaciones, el Jesús limitado empezará a crecer como trigo en ellos. Los hermanos que asumen la responsabilidad en las iglesias también están limitados unos por otros. Pero esta limitación le proporciona a Cristo la oportunidad de crecer como trigo en ellos. Este trigo es el Jesús encarnado que crece en medio de nuestras limitaciones.
(NĂșcleo de la Biblia, El, capítulo 6, por Witness Lee)