SUMERGIDOS EN EL DIOS TRIUNO
Bautizar a los creyentes en agua equivale a sumergirlos en el Dios Triuno (Mt. 28:19). Nuestro nacimiento ocurrió fuera de Dios y nos hemos alejado bastante de Él. Un día escuchamos el evangelio, y el evangelio nos trajo de regreso a Él. Sin embargo, no basta con que simplemente seamos conducidos de regreso a Dios, además de ello, necesitamos ser introducidos en Él. Para ello, necesitamos ser bautizados. Cada vez que bautizamos a los creyentes en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu, los introducimos en el Dios Triuno. Una vez que somos bautizados, no sólo hemos regresado a Dios y le pertenecemos, sino que además estamos en Él. Por consiguiente, podemos declarar: “Yo antes era un pecador que se encontraba fuera de Dios, muy lejos de Él. Pero ahora he sido discipulado y bautizado para entrar en el Dios Triuno. Ángeles, ¿saben dónde estoy ahora? Estoy en el Dios Triuno. Oh, estoy en el Padre, y en el Hijo, y en el Espíritu. ¡Satanás, no me toques! Soy valioso y precioso porque estoy en el Dios Triuno”. Después de que somos bautizados en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, no importa dónde estemos ni qué hagamos, pues estamos en el Dios Triuno.
No piensen que el bautismo es un ritual o una forma vana y vacía. Les digo nuevamente que bautizar a los creyentes equivale a introducirlos en el Dios Triuno. En el pasado, yo vi a algunos gritando y danzando después de salir de las aguas bautismales. Algunos incluso alzaban sus brazos llenos de regocijo, pues se sentían muy contentos de estar en el Dios Triuno. ¡Aleluya, estamos en el Dios Triuno! Como aquellos que están en el Dios Triuno, somos el material apto para la edificación de la iglesia. La iglesia no es un edificio físico, ni tampoco es una reunión de creyentes; la iglesia es una entidad corporativa compuesta de aquellos que han sido sumergidos en el Dios Triuno.
Gálatas 3:27 dice: “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. Los que han sido bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo. En este versículo, se compara a Cristo con un vestido que nos ponemos. Cuando somos bautizados en Cristo, somos puestos en Cristo y nos ponemos a Cristo. Ésta es nuestra unión con Cristo. Puesto que fuimos bautizados en Cristo, ahora somos uno con Él, y somos uno con el Dios Triuno.
En Mateo 16:18 el Señor profetizó y dijo: “Edificaré Mi iglesia”. En Mateo 28:19 Él les mandó a Sus discípulos que bautizaran a los gentiles en el Dios Triuno. Por lo tanto, el primer paso necesario para que se produzca la iglesia es sumergir a los creyentes en el Dios Triuno.
(NĂșcleo de la Biblia, El, capítulo 15, por Witness Lee)