NĂșcleo de la Biblia, El, por Witness Lee

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LA NECESIDAD DE PIEDRAS, HIERRO Y COBRE

Deuteronomio 8:9 dice que la buena tierra es también “tierra cuyas piedras son de hierro y de cuyos montes sacarás cobre”. Las piedras son para la edificación, y el monte representa el reino de Dios. Daniel 2:35 dice: “La piedra que hirió a la imagen se hizo un gran monte que llenó toda la tierra”. Cristo es la piedra que desmenuza a las naciones, y el monte es el reino de Dios. Esto significa que el edificio de Dios trae el reino de Dios. El tabernáculo en el desierto no podía traer el reino de Dios. Únicamente el templo que fue edificado en la buena tierra pudo traer el reino de Dios. David peleó la batalla, sojuzgó al enemigo y preparó el terreno para la edificación del templo. Fue Salomón quien, de hecho, construyó el templo. Una vez que el templo fue edificado, el reino de Dios fue establecido en la tierra.

Cuando los hijos de Israel estuvieron en el desierto, ellos tenían el tabernáculo, pero no tenían el reino. No había ninguna posibilidad de que el reino fuese establecido con el tabernáculo porque los israelitas no tenían las piedras, el hierro ni el cobre. Ellos aún no podían pelear la batalla para conquistar el terreno para la edificación del templo. Una vez que ellos entraron a la buena tierra, dejaron de comer el maná y empezaron a comer del fruto de la tierra (Jos. 5:12). Ellos dejaron de comer el alimento que caía del cielo y empezaron a comer lo que crecía en la tierra.

El maná del cielo no contenía minerales. Sin embargo, los alimentos como el trigo, la cebada, las uvas, los higos, los granados y las olivas, sí contienen minerales. En estos alimentos sólidos encontramos hierro y cobre. Aunque no todos estos alimentos son dulces, sí son muy sustanciosos. El maná, por el contrario, era dulce, pero no era sólido. El maná no podía producir piedras, sólo podía producir hojuelas. Algunos santos son hojuelas amables, dulces y suaves. Estos santos son buenos para ser saboreados o exhibidos, pero no para pelear la guerra. Nadie pelearía una batalla con hojuelas o con miel. Me siento muy contento de que haya muchas piedras en Alemania. Mi intención al venir aquí no es saborear algunas hojuelas. Mi carga es pelear, desmenuzar al enemigo. Para esto, se necesitan las piedras, el hierro y el cobre. Ahora es el momento indicado para pelear la batalla contra la religión y edificar el templo para que sea establecido el reino de Dios.

(NĂșcleo de la Biblia, El, capítulo 4, por Witness Lee)