Visión del edificio de Dios, La, por Witness Lee

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EL ANCHO DE LAS TABLAS

Cada una de las tablas medía un codo y medio de ancho (Éx. 26:15-16). Esto es sumamente significativo. Los números tres y cinco son los números que más sobresalen en el edificio de Dios, y uno y medio es la mitad de tres. Esto significa que ni usted ni yo somos una unidad completa; sólo somos la mitad de una unidad. Por lo tanto, necesitamos que la otra mitad nos complemente. Cuando el Señor Jesús envió a Sus discípulos, los envió de dos en dos: Pedro era uno y medio, y Juan era uno y medio. Cuando fueron puestos juntos, eran una unidad completa de tres codos. Nosotros jamás podemos ser independientes; necesitamos que alguien nos complemente. Muchas veces cuando observamos a un esposo y su esposa, parecen dos mitades de una unidad completa. En su hogar el esposo necesita a su querida esposa, pero en la iglesia él necesita a alguien más que lo complemente. El hecho de que en el Nuevo Testamento los discípulos fueran enviados de dos en dos revela que ellos no eran personas individualistas, sino miembros los unos de los otros. Ningún cristiano como individuo es una unidad completa. Nosotros simplemente somos miembros, y necesitamos que los demás miembros nos complementen. El factor fundamental en la vida de iglesia es que sin importar qué clase de persona yo sea, mi medida sigue siendo un codo y medio de ancho. Quizás alguien sea tan grande como el apóstol Pablo, pero con todo él debe aún recordar que sólo mide un codo y medio. La mayoría de nosotros cree que el apóstol Pablo escribió por sí solo el libro de 1 Corintios. Sin embargo, si examinamos las cosas más detenidamente, veremos que alguien más, a quien la mayoría de los cristianos desconoce, era su otra mitad que escribía junto con él (1:1). El apóstol Pablo no era una persona independiente; él no escribió de una manera individualista ni descoordinada.

Debemos estar relacionados con otros cristianos de una manera definida y práctica. Es por ello que en el tabernáculo había cuarenta y ocho tablas en vez de cuarenta y siete o cuarenta y cinco. Era un número par, no un número impar. No podemos tener en la iglesia hermanos o hermanas “impares”; todos en conjunto debemos ser un número par. Por lo tanto, debemos tener siempre presente que en nosotros mismos no estamos completos, sino que apenas somos media unidad. Debemos siempre estar relacionados con alguien más. Por muchos años nunca me he atrevido a actuar de manera individualista. Alabado sea el Señor, pues bajo Su autoridad siempre he sido complementado por algún hermano o hermana. Tenemos que ser complementados por los demás.

(Visión del edificio de Dios, La, capítulo 8, por Witness Lee)