Visión del edificio de Dios, La, por Witness Lee

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Cuando el tabernáculo fue edificado, éste se convirtió en el centro de la historia del peregrinaje de Israel. Durante cuarenta años, la vida de los israelitas giró en torno a este tabernáculo. Finalmente, después de haber deambulado mucho, entraron en Canaán, trayendo consigo el tabernáculo y erigiéndolo allí (Jos. 18:1). Allí, ellos libraron muchas batallas, sojuzgaron a sus enemigos y conquistaron territorios, todo ello con el propósito de edificar una morada para Dios que fuese más grande y más firme. Debemos recordar cuánto David anhelaba edificar el templo para Dios. Sin embargo, a él se le dijo que aún no había llegado el tiempo; aún faltaban otros enemigos por ser sojuzgados. Esto demuestra que todo lo que hicieron para luchar y sojuzgar a los enemigos tenía como finalidad obtener el terreno para que el templo de Dios pudiese ser edificado.

Cuando el templo fue erigido, éste se convirtió en el centro de la historia judía. Más tarde, los babilonios vinieron y destruyeron el templo, llevando cautivos a los judíos (2 R. 25). Pero después de setenta años Dios inició una obra de recobro y trajo a los israelitas de regreso al terreno apropiado para que pudieran reedificar el templo (Esd. 1). Esta situación se repitió hasta el tiempo de la primera venida de Cristo.

A lo largo del relato neotestamentario, Cristo mismo es el tabernáculo y el templo aquí en la tierra (Jn. 1:14; 2:21). El enemigo de Dios vino a destruir a Cristo al hacerlo morir en la cruz. Pero el Señor Jesús les dijo a los judíos, a aquellas personas usadas por Satanás: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn. 2:19). Por medio de la resurrección, Cristo edificó el templo nuevamente; pero esta vez el templo no fue meramente Su cuerpo físico, sino Su Cuerpo místico, la iglesia. Desde entonces, la iglesia es el templo de Dios y, como tal, es el tema del resto del Nuevo Testamento. Cristo es el tema de la primera parte del Nuevo Testamento, y la iglesia es el tema de la segunda parte. Al final, después de la dispensación de la iglesia, la Nueva Jerusalén será el edificio de Dios final y consumado, Su morada eterna, la cual también es llamada “el tabernáculo de Dios” (Ap. 21).

Con esto concluye nuestra visión panorámica de todas las Escrituras. El edificio de Dios es el tema central de toda la Biblia. ¿Podría usted presentar otra perspectiva de las Escrituras? Si dice que sí, me temo que ésa no sea la visión principal. ¡Oh, no nos distraigamos de la visión central!

Tenemos que ver la visión del edificio de Dios desde un monte alto. De otro modo, nos perderemos en un laberinto de cosas secundarias. Dios condujo a Moisés y al apóstol Juan a un monte alto para que pudiesen tener una visión panorámica y supieran claramente cuál es el deseo central de Dios. Nosotros también debemos escalar para poder ver el panorama completo y no perdernos en algunos recovecos. No solamente en Génesis y Éxodo, un total de noventa capítulos, sino también en todas las Escrituras, vemos una sola cosa: Dios está en procura de un edificio en esta tierra donde pueda hallar reposo y expresarse.

(Visión del edificio de Dios, La, capítulo 4, por Witness Lee)