Visión del edificio de Dios, La, por Witness Lee

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EL TERCER PASO: EL RÍO QUE FLUYE

El tercer paso para alcanzar la meta de Dios tiene que ver con un río que salía de Edén para regar el huerto y que de allí se repartía en cuatro brazos (v. 10). Observen que el río salía para regar el huerto. Esto es muy significativo. Luego este río que manaba de una sola fuente se repartía en cuatro brazos, fluyendo en las cuatro direcciones de la tierra. Mientras vemos el árbol de la vida en este capítulo, también notamos que junto a él fluía un río. Éste es un cuadro impresionante: un árbol, el hombre frente al árbol y un río que fluye junto al hombre. El árbol de la vida provee alimento, y el río riega la tierra. Por experiencia sabemos que cuando nos alimentamos de Cristo como nuestra vida, de inmediato sentimos el fluir de algo que interiormente nos refresca. Pero si no nos alimentamos de Cristo, pronto nos secamos y morimos, puesto que dejamos de ser regados por el río que fluye. Cuando tenemos comunión con el Señor, alimentándonos de Él continuamente, no sólo sentimos satisfacción, sino también un fluir dentro de nosotros. La vida, que es Cristo mismo que recibimos en forma de alimento y que disfrutamos, es también el agua viva que fluye dentro de nosotros. El Evangelio de Juan testifica de esto. El Señor Jesús es el alimento de vida, y también es el agua viva que brota continuamente dentro de nuestro ser.

(Visión del edificio de Dios, La, capítulo 2, por Witness Lee)