Visión del edificio de Dios, La, por Witness Lee

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TODA LA OBRA SE REALIZA PARA LA IGLESIA, PARA EL BIEN DEL EDIFICIO DE DIOS

Todos los dones y todas las personas dotadas sirven al propósito de la edificación del Cuerpo; no existen por causa de la obra misma. La práctica del cristianismo de hoy es completamente diferente en principio. Dondequiera que hay una persona dotada, un “gigante” espiritual con cierto don, dicha persona iniciará una obra. Edificará una organización cristiana o un ministerio, y posiblemente le pondrá un nombre importante. No nos oponemos a nadie, pero sí estamos en contra de los principios equivocados que dañan la vida del Cuerpo. El apóstol Pablo no formó ninguna organización cristiana; no estableció ninguna clase de obra. Por un período aproximado de treinta años él simplemente estableció iglesias locales, y no conservó ningún aspecto de la obra en sus propias manos. Cuando leemos el Nuevo Testamento, lo único que encontramos es las iglesias que fueron edificadas por él.

Para el tiempo en que el apóstol Juan escribió el libro de Apocalipsis, él era una persona de mucha experiencia y madurez. De los doce apóstoles, él era el único que aún quedaba. Sin embargo, él no edificó nada con el fin de que fuese su propia obra, su ministerio. Consideren las iglesias locales de Asia, a las cuales escribió. En su mayoría, ellas eran muy débiles; sin embargo, eran esas iglesias que se consideraban los candeleros, no el ministerio del apóstol Juan. El ministerio de Juan era mucho más espiritual que la condición de esas iglesias; no obstante, él no estableció su ministerio como un candelero. De hecho, él no estableció su ministerio de ninguna manera. Lo único que hizo fue ayudar a edificar a estas iglesias locales como candeleros. Todos debemos aprender de esto. Debemos estar alerta a la tendencia peligrosa de que una iglesia local llegue a ser una obra en manos de una persona dotada. Si esto sucede, ello será una verdadera degradación. Por mucho que el Señor use a una persona dotada, por grande que sea su ministerio, una iglesia local no debe convertirse en su obra. La intención de Dios no es edificar el ministerio de ninguna persona, sino edificar Su iglesia. Esto no es algo insignificante.

En el Nuevo Testamento se hace referencia a la “iglesia de Dios” (Hch. 20:28), a las “iglesias de Cristo” (Ro. 16:16) y a las “iglesias de los santos” (1 Co. 14:33; cfr. 1 Ts. 1:1); pero no se hace ninguna referencia a la “iglesia de los apóstoles”. La iglesia le pertenece a Dios, a Cristo y a los santos, y no a ningún apóstol.

Cuanto más grande sea nuestro don, mayor será el peligro de que nos apoderemos de la iglesia y la conservemos en nuestras manos. Esto perjudicará grandemente la vida de iglesia. Debemos aprender no solamente a ministrar en la iglesia local, sino también a retirar nuestras manos de la iglesia. Esto no es nada fácil. La iglesia local no es nuestra empresa personal; ella es propiedad de los santos locales, y no el negocio de algún obrero. Algunas personas dotadas echan la iglesia local en su bolsillo. A ellas les parece que ésa es la iglesia que edificaron y que, por tanto, es su iglesia. Esto es un verdadero problema.

Todos los santos locales deben entender que la iglesia local es su iglesia. Si los santos locales no tienen claridad al respecto, permitirán que una persona dotada se apodere de la iglesia y la trate como su propiedad personal. Como resultado, esto acabará con toda la vida de iglesia. Las iglesias locales les pertenecen a los santos locales. Las personas dotadas simplemente son el instrumento que ayuda a perfeccionar a los santos en su función; son sólo instrumentos que el Señor utiliza para edificar las iglesias.

Consideren la situación que impera en el cristianismo actual. Examinen la situación aun desde la época de la Reforma. Han pasado ya cuatrocientos o quinientos años, y la situación es básicamente la misma. Cada vez que surge una persona dotada, se establece cierta clase de obra. Yo establezco mi obra, usted establece la suya y él establece la de él. Luego la iglesia desaparece. Ésta es la fuente de todas las divisiones. Sin embargo, si un hermano dotado viene con el propósito de edificar una iglesia local, y un segundo hermano dotado viene a la misma iglesia con el mismo propósito, no habrá división. Toda la obra debe ser hecha a favor de la iglesia, no de los obreros. El ministerio debe existir por causa de la iglesia; la iglesia jamás debe existir por causa del ministerio. Debemos entender este principio con toda claridad y abandonar todas las prácticas equivocadas. Un hermano dotado debe retirar sus manos de la iglesia local. Aunque a veces un hermano dotado no lo diga abiertamente mientras ministra la palabra, es posible que de manera callada y secreta manipule las cosas. Tal manipulación de las cosas daña la iglesia. Todos los dones y todas las personas dotadas deben estar completamente a favor de la iglesia local. Éste es un asunto sumamente crucial.

(Visión del edificio de Dios, La, capítulo 15, por Witness Lee)