Visión del edificio de Dios, La, por Witness Lee

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LA CIUDAD ES CUADRADA

El punto número veintinueve es que la ciudad es un enorme cuadrado. Apocalipsis 21:16 dice: “La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la anchura y la altura de ella son iguales”. La ciudad tiene las mismas medidas en sus tres dimensiones; cada dimensión mide un estadio multiplicado por doce. El hecho de que la ciudad sea un cuadrado perfecto debe enseñarnos el principio de que en la vida de iglesia nada debe ser oblicuo, sino que todo debe ser recto y cuadrado.

Con respecto a la serpiente, el verdadero símbolo de Satanás, nada es recto o cuadrado, sino que en todo aspecto es astuta y torcida. Muchas veces algunos hermanos en el Señor han venido a nosotros y a otros obreros cristianos para intentar enseñarnos a actuar como serpientes. A ellos les parece que no debemos ser tan rectos, tan abiertos ni tan francos, sino más bien un poco “sabios”. Les hemos respondido: “Ustedes no nos están enseñando a ser sabios, sino más bien a ser astutos como los políticos”. En la vida de iglesia no debemos actuar como un abogado en los tribunales ni como un diplomático de las Naciones Unidas. Somos preciosos hermanos cristianos; por lo tanto, debemos ser lo más rectos posibles.

Durante Su última semana en la tierra, el Señor Jesús fue confrontado por los ancianos y fariseos, los líderes del pueblo judío. Ellos le preguntaron al Señor quién le había dado autoridad para actuar como lo hacía. El Señor no les respondió inmediatamente a estos hombres, sino que les dijo: “Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?” (Mt. 21:24-25). Estos hombres razonaron entre sí mismos, diciendo: “Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres, tememos a la multitud; porque todos tienen a Juan por profeta” (vs. 25-26). Ellos tuvieron una conferencia política entre sí, y decidieron decirle al Señor Jesús: “No sabemos”. Sin embargo, el Señor sabía que ellos sí sabían pero que se negaban a decir la verdad, así que les respondió: “Tampoco Yo os digo” (v. 27). Estos hombres mintieron, pero el Señor Jesús no mentiría. Ellos eran torcidos, mientras que el Señor Jesús era recto.

(Visión del edificio de Dios, La, capítulo 19, por Witness Lee)