EL SUMINISTRO DE VIDA FLUYE
UNA VEZ QUE EL TRONO ES ESTABLECIDO
Antes que venga la manifestación del reino, la realidad del reino tiene que existir en nosotros; para entonces el Señor debe haber establecido Su reino en nosotros. Si vivimos en el reino hoy, finalmente seremos introducidos en la manifestación del reino. Cuando vivimos en el reino, nos hallamos en la condición descrita en los capítulos del 5 al 7 de Mateo, una condición en la que estamos absolutamente bajo el gobierno y la restricción de los cielos. Si vivimos bajo esta luz, estaremos en una condición y llevaremos una vida que la gente del mundo no puede vivir. La vida que viviremos será una vida celestial y una vida que es incomprensible para el mundo.
El Rey de reyes que mora en nosotros es un reino que nos impone ciertas exigencias; Él es también vida en nosotros y, como tal, nos brinda un suministro. La medida en la cual Él nos exige es la misma medida en la cual nos imparte Su suministro. Él siempre nos da un suministro que es conforme a Sus exigencias. Si permitimos que Él nos gobierne, Su vida nos dará un suministro interiormente. Una vez que el trono sea establecido en nosotros, el río de agua de vida procederá del trono. Estas dos cosas están relacionadas. Donde está el trono, allí también está la vida; donde está la autoridad, allí también está el suministro; donde están las exigencias del reino de Dios, allí también está el suministro del reino de Dios.
Tal vez algunos digan: “No puedo vencer el pecado y mi mal genio. ¿Por qué el Señor le da Su suministro a usted y no a mí?”. El suministro depende de si nosotros permitimos que el Señor sea entronizado y reine en nosotros. Si el trono del Señor está en nosotros y el Señor reina en el trono, entonces desde el trono de Dios y del Cordero fluirá el agua de vida. Toda la Biblia abarca la historia del trono y la historia de la vida. Al final de la Biblia estas dos cosas —el trono y la vida— aparecen juntas. Del trono procede el río de agua de vida (Ap. 22:1). Debemos ver que una vez que el trono es establecido en nosotros, la vida fluirá y este fluir vendrá a ser nuestro suministro interior, nuestra fuerza interior. Entonces estaremos satisfechos y fortalecidos, y seremos iluminados y enriquecidos. Cuando Cristo reine en nosotros, Su voluntad será hecha y Su gloria será expresada. Como resultado, Él será exaltado no sólo en el cielo, sino también en nosotros. Él obtendrá Su reino no sólo en el trono celestial, sino también en nosotros. Nosotros seremos Su reino, y tendremos Su gobierno en nosotros. Estaremos en Su vida y viviremos en Su reino.
Cuando ésta sea nuestra experiencia, estaremos en Su gloria y esto traerá Su reino, Su reinado y hará que Él venga de los cielos. Él regresará a la tierra con Su gloria, Su autoridad y Su reino para establecer abiertamente Su reino. Él nos tomará a nosotros, quienes le hemos permitido reinar, como la base para establecer Su reino. Pero antes de establecer Su reino en la tierra, Él primero tiene que establecer Su reino en nosotros.
Que el Señor nos conceda Su misericordia para que veamos que ser un cristiano no consiste meramente en ser espiritual, sino también en someterse a la autoridad. Debemos ver que el Señor en quien creemos es el Rey de reyes, el Señor que ha recibido la autoridad en el trono. Hoy el Señor ha entrado como Espíritu en nosotros para establecer Su trono en nosotros y ser nuestro Rey, y nosotros debemos someternos a Su autoridad, reconociéndole como nuestro Rey, y recibir Su gobierno. Si vivimos de esta manera, desde el trono en nuestro interior fluirá el agua viva, el agua de vida, la cual suplirá la necesidad de otros. De este modo, nuestro ser interior será viviente, estará satisfecho y será fortalecido, alumbrado y enriquecido. Más aún, Cristo reinará y será glorificado en el trono.
(
Lo que el reino es para los creyentes, capítulo 3, por Witness Lee)