Lo que el reino es para los creyentes, por Witness Lee

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NECESITAMOS SER GOBERNADOS A FIN DE SER DISCÍPULOS

En los años pasados ha habido muchos que hicieron cosas buenas y sirvieron al Señor, pero fueron insumisos. Razonaban de esta manera: “Mientras se trate de algo bueno, podemos hacerlo”. Sin embargo, como discípulos del Señor hoy, no debemos preguntar simplemente si algo es bueno o malo, correcto o incorrecto. En vez de ello, debemos preguntarnos: “¿Hago esto debido a que el Señor me gobierna interiormente? ¿Hago esto porque el Señor me ha mandado hacerlo? Cuando hago esto, ¿soy restringido por el Señor? ¿Hago esto en sumisión a la autoridad del Señor? En mi concepto, ¿estoy a favor de la moralidad o del reino? ¿Deseo expresar mi bondad y buenas obras o la autoridad, gobierno y reinado del Señor?”. Esto es lo que debemos preguntarnos.

Hoy en día como personas salvas que somos, no sólo debemos ser creyentes, sino también los discípulos del Señor. Debemos ser un antitestimonio en la tierra. La manera en que la gente del mundo vive hoy en día declara que no quieren que el Señor reine sobre ellos; sin embargo, nosotros debemos ser un antitestimonio, en el sentido de se exprese en nuestro vivir que nosotros permitimos que el Señor reine, que nos sometemos a Su autoridad, y que somos completamente gobernados por Él. Debido a que permitimos que Él reine sobre nosotros, nos gobierne y nos restrinja, y nosotros nos sometemos a Su autoridad, no podemos hacer muchas cosas que otros hacen.

Muchas personas en su vida diaria, en su manera de vestir, en lo que comen y beben, en la manera en que afrontan las situaciones, en la manera en que gastan su dinero, así como en sus actitudes y modo de hablar, declaran que no quieren que el Señor Jesús reine sobre ellos. Sin embargo, nosotros, como discípulos del Señor, debemos declarar que permitimos que Jesús reine sobre nosotros y que nos sometemos a Su autoridad en todas las cosas, sean grandes o pequeñas, como por ejemplo, en nuestros motivos e intenciones, en nuestro modo de hablar y actitudes, en nuestro modo de gastar el dinero, en la manera en que nos vestimos, en la manera en que llevamos nuestra vida diaria y en la manera en que nos relacionamos con nuestros parientes y amigos. La gente del mundo se viste y se arreglan como más les gusta; esto es un indicio de rebeldía. No debemos vivir de esta manera. Debemos ser restringidos y gobernados por el Señor. Él es nuestro Rey, y nosotros no debemos ser negligentes ni insumisos. No debemos ser descuidados en nuestra apariencia ni en nuestro modo de vestir, pues el Señor no nos permite ser descuidados. Las personas del mundo actúan y se conducen como bien le place; hablan y se arreglan según su preferencia, lo cual indica claramente que ellas mismas son el señor y rey. Sin embargo, nosotros no debemos seguir las costumbres de la gente del mundo ni amoldarnos a este siglo. Debemos ser un antitestimonio. Nuestra vida diaria, nuestro vivir y nuestra conducta en la tierra, e incluso nuestra actitud, deben ser una expresión y declaración al mundo de que somos gobernados por el Señor Jesús, que somos Su reino y que estamos sujetos a Su autoridad. Esto es lo que significa ser los discípulos del Señor.

Una vez alguien me dijo muy seriamente: “Un hermano habló desde el podio acerca del maquillaje de las hermanas. Sus palabras fueron muy francas y nada apropiadas. Él dijo que el maquillaje hace que las hermanas parezcan demonios y monstruos. Después de escuchar esto, algunas hermanas se enojaron muchísimo. Me presentaron sus quejas, y me preguntaron si simplemente usar un poco de maquillaje las hacía menos espirituales. ¿Acaso no está permitido que simplemente arreglen su apariencia y se pongan un poco de lápiz labial?”. El hermano que me dijo esto era un caballero que había recibido una elevada educación. Él dijo: “Hermano Lee, creo que esta manera de hablar es innecesaria y excesiva. El que las hermanas usen un poco de maquillaje no es inmoral ni vergonzoso ante Señor. Lo único que ellas desean es verse más bonitas. No están robando a otros ni tienen problemas de mal genio. ¿Qué tiene de malo que se maquillen?”. Él me pidió que les dijera a los hermanos que no dieran esa clase de mensajes, sino que dijeran que está bien que las hermanas usen un poco de maquillaje. Él pensaba que usar un poco de maquillaje no era algo inmoral, pecaminoso ni vergonzoso delante del Señor.

Después de escuchar sus palabras, le dije que yo podía decirles eso a los hermanos; pero que si lo hiciera, no serviría de nada. Si les pidiera decir que está bien que las hermanas se maquillen un poco, algunas hermanas dirían: “¡Aleluya! He ahí un orador que dice que podemos maquillarnos. Ese hermano tiene un criterio amplio y tiene más gracia que nuestros padres. Nuestros padres nos reprenden todos los días y no nos permiten maquillarnos ni vestirnos de cierta manera. Ahora un hermano responsable dice que podemos usar un poco de maquillaje. ¡Eso es maravilloso!”. Pero ciertamente habría otro grupo de hermanas que no se maquillarían en absoluto. El hermano me preguntó: “¿Por qué razón?”. Le contesté: “¿Cuál es la experiencia de nuestra salvación? ¿Cuál es su significado?”. Él dijo: “Ser salvo significa ser perdonados de nuestros pecados y recibir al Señor en nosotros para obtener Su vida”. Le dije: “Su respuesta es maravillosa. Incluso si yo les digo a las hermanas que no importa si ellas se maquillan un poco, el Señor Jesús en ellas les dirá: ‘No es así; sí importa’. Es posible que yo hable descuidadamente acerca de esto, pero si las hermanas realmente han sido salvas, el Señor, quien las gobierna interiormente, no se comportará descuidadamente”. No se trata de dar cierta enseñanza o instrucción. Todos los que han sido adiestrados por el Señor en cuanto a la vida, saben cuán importante es Su restricción interna.

(Lo que el reino es para los creyentes, capítulo 6, por Witness Lee)