TRES PRÁCTICAS DEL PUEBLO DEL REINO
Ser un antitestimonio para el mundo
Hoy en día debemos llevar una vida que es un antitestimonio para el mundo. No sólo debemos ir en contra de la corriente del mundo, sino también en contra de la condición mundana y degradada de todo el cristianismo. Las personas del mundo no permiten que el Señor reine sobre ellas, ni tampoco la mayor parte del cristianismo. Sin embargo, nosotros los que hemos sido salvos debemos ser un antitestimonio en la tierra y permitir que el Señor Jesús sea nuestro Rey y gobierne y reine sobre nosotros. Debemos reconocer Su autoridad y estar bajo Su gobierno en las cosas grandes y pequeñas de nuestro vivir. Aunque el mundo se rebela contra Él y rechaza Su reinado, nosotros tenemos que ser capaces de decir: “Señor, ven a nosotros, reina sobre nosotros y reina en nosotros. Nos sometemos a Tu trono”. De ese modo, seremos bendecidos, pues el reino será nuestro.
Influir en las personas para que se sujeten
a la autoridad del Señor
Más aún, nuestro vivir, andar y conducta deben influir en otros para que se sujeten a Cristo. Si todos vivimos bajo el gobierno y reinado del Señor, será difícil que otros no se vean influidos por nosotros después de haber pasado un tiempo con nosotros. Si ellos están con nosotros por algún tiempo, ellos recibirán influencia de parte de nosotros para sujetarse a la autoridad del Señor Jesús. Sean creyentes o no, recibirán influencia de parte de nosotros para someterse a la autoridad del Señor.
Lamentablemente, hay muchos cristianos con quienes otros cristianos no deben juntarse, porque después de estar algún tiempo con ellos se volverán descuidados e insumisos. La razón es que estos cristianos llevan una vida descuidada sin la restricción y gobierno del Señor. De ahí que cuando las personas tienen contacto con ellos, naturalmente son influenciadas a volverse descuidadas e insumisas. Esta clase de cristianos por lo general dicen: “No es difícil ser cristiano. Yo fui bautizado hace más de veinte años, pero todavía voy al cine y tengo alguna forma de entretenimiento cada semana. No necesitamos ser tan restringidos para ser cristianos; sólo tenemos que asegurarnos de no hacer cosas malas”. En realidad, numerosos creyentes son así. Cuando algunas hermanas mayores ven el cambio en la forma de vestir de una joven que es gobernada por el Señor, ellas al principio se sienten muy tímidas como para decirles algo. Pero después de un tiempo, no se aguantan y dicen: “¿El Señor quiere que te vistas como una vieja? ¿Por qué necesitas vestirte así? Los jóvenes deben verse como jóvenes y ser más alegres. Nosotros no somos personas del campo. Puesto que vivimos en una gran urbe metropolitana, ¿realmente importa si mejoramos un poco nuestra apariencia y nos ponemos un poco de maquillaje? Yo he sido cristiana por muchos años y llevo años reuniéndome con la iglesia, y amo al Señor, pero mi manera de vestir me hace ver más joven que tú. ¿Por qué no te vistes como alguien más joven?”.
Debemos entender que estas hermanas mayores en realidad están diciendo: “No queremos que Jesús reine sobre nosotras”. Los que escuchen esas palabras deben ser muy cautelosos. Cuando esa manera de hablar se repite muchas veces, a la postre produce un efecto. Los hermanos y hermanas que son descuidados e insumisos disfrutan de realizar esa clase de obra. Si no consiguen nada la primera vez que le digan esto a una hermana joven, continuarán diciéndole esto una y otra vez hasta que logren cambiar a la hermana, no de mala a buena ni de buena a mala, sino de tener la autoridad del Señor y Su gobierno, a no tener la autoridad del Señor y Su gobierno. Una semilla de corrupción será plantada en el oyente y finalmente crecerá y dará fruto.
Hemos visto a algunos hermanos y hermanas que no han cambiado mucho después de más de veinte años; ellos han estado llevando una vida cristiana superficial. Aparentemente, oran, leen la Biblia y aman al Señor fervorosamente, pero no cambian, conservan la autoridad en sus propias manos, sin permitir que el Señor jamás los toque y gobierne, y nunca aprenden a sujetarse a Su autoridad.
Estos hermanos y hermanas ejercen una influencia negativa sobre los demás, una influencia de rebelión. Debemos guardarnos de esta clase de personas, y debemos guardarnos también de los que se relacionan con ellos. No debemos recibir esta clase de influencia negativa de rebelión. Mientras estemos en la tierra, debemos siempre ejercer una influencia positiva sobre otros, de modo que se sujeten a la autoridad de Cristo y sean gobernados por Él. Cuando las personas hayan estado con nosotros por mucho tiempo, ellas deben llegar a estar bajo la autoridad del Señor y ser Su reino.
Hacer todo cuanto podamos
y gastar todo cuanto tenemos
para la propagación del reino del Señor
Además, si hoy verdaderamente vivimos en el reino y somos los discípulos del Señor, haremos todo lo que podamos y gastaremos todo lo que tenemos para predicar el evangelio, y hacer que las personas estén bajo la autoridad del evangelio y lleguen a ser discípulos del Señor. Mientras tengamos fuerzas y aliento, debemos propagar el nombre del Señor Jesús. Mientras tengamos algunas riquezas materiales y fuerzas, debemos gastarlas en propagar el evangelio a fin de que nuestro Señor sea predicado, miles de personas se acerquen a Él y Su reino sea propagado. Si somos personas que viven en el reino, ciertamente haremos todo cuanto podamos y gastaremos todo cuanto tenemos para la propagación del evangelio. Mientras vivamos en el mundo, no sólo debemos ser un antitestimonio y ejercer una influencia positiva, sino que además debemos hacer todo cuanto podamos y dar todo lo que tenemos para el evangelio, a fin de propagar el reino del Señor.
Hace cincuenta o sesenta años durante la revolución china de 1911, hubo muchos chinos en el extranjero que hicieron todo cuanto pudieron y gastaron todo cuanto tenían, agotando todos sus recursos, para la propagación de la revolución. Finalmente, ellos derrocaron a la Dinastía Manchu y establecieron la república de China. Hoy en día debemos ver que no está bien que las tinieblas reinen y Satanás gobierne. Nuestro Señor debe ser el Rey, el reino debe serle devuelto a Él, y el gobierno debe estar sobre Sus hombros (Is. 9:6). ¿Por cuál medio podemos lograr esto? ¿Debemos usar misiles y cañones? No es así como procedemos, ni tampoco el Señor quiere que usemos esos medios (Jn. 18:36). ¿Qué medio entonces debemos usar? Debemos usar el evangelio. Lo que el Señor desea es que prediquemos el evangelio. Su deseo es que sudemos por el evangelio e incluso derramemos nuestra sangre por el evangelio. Él desea que derramemos todo haciendo todo lo que podamos y gastando todo lo que tenemos por el evangelio.
Espero que muchos jóvenes entre nosotros oren, diciendo: “Señor, estoy dispuesto a dar mi vida por Tu evangelio. Soy una persona salva y soy Tu discípulo. Permitiré que Tú reines, y me sujeto a Tu autoridad. Señor, en esta era de tinieblas deseo ser un antitestimonio, ejercer una influencia positiva sobre otros y dar todo lo que pueda y todo lo que tengo para la propagación de Tu evangelio, a fin de que miles de almas lleguen a estar sujetas a Ti, el glorioso Rey”.
Cuando el Rey de reyes y el Señor de señores regrese en victoria, todos aquellos que hoy le aman, se someten a Su autoridad, viven por Él y dan su todo para la propagación del evangelio entrarán en la gloria incomparable. Un día el Señor vendrá; Él reinará, recibirá Su reino, gobernará y juzgará. Quiera el Señor mostrarnos Su gracia para que hoy le permitamos reinar, seamos Su reino, le dejemos gobernar y le permitamos juzgar, a fin de que ese día podamos reinar con Él y disfrutar de la bendición de Su presencia por la eternidad.
(
Lo que el reino es para los creyentes, capítulo 6, por Witness Lee)