VER LA PROGRESIÓN DE LA IGLESIA
EN LAS SIETE PARÁBOLAS
La primera parábola
Examinemos la progresión de la iglesia. En Mateo 13, mientras el Señor hablaba junto al mar, Él usó siete parábolas para mostrar la progresión de la iglesia. La primera se refiere a la situación de la predicación del Señor en aquel tiempo. En esta parábola el sembrador simboliza al Señor Jesús, y la semilla representa la palabra de vida del reino (v. 3). La palabra del Señor, como una semilla, contiene vida. El corazón del hombre está representado por la tierra. Los corazones de aquellos que oyen la palabra del Señor se dividen en cuatro categorías en esta parábola. La primera categoría es el borde del camino, que se refiere a un lugar cerca del camino por el cual camina la gente con frecuencia. Esto significa que está endurecido por el tráfico mundano, lo cual hace difícil que la semilla penetre la tierra. Por consiguiente, es fácil para las aves del cielo, que representan al diablo, devorar la palabra que escuchan aquellos cuyo corazón está en esta condición (vs. 4, 19).
La segunda categoría es los pedregales, que representan un corazón que tiene pecados ocultos y el mundo como “rocas” que están en lo profundo. Aparentemente, es fácil para alguien con esta clase de corazón recibir la palabra del Señor y que la palabra brote y crezca rápidamente. Sin embargo, debido a que en lo profundo de esta persona no se han tomado las medidas debidas respecto a los problemas de los pecados y el mundo, ella tropieza en cuanto vienen las pruebas (vs. 5-6, 20-21). La tercera categoría es la tierra con espinos, la cual representa un corazón lleno de las preocupaciones de este siglo y el engaño de las riquezas. Aunque la palabra del Señor brota y crece en este corazón, no puede florecer ni dar fruto (vs. 7, 22). La cuarta categoría es la buena tierra, que representa el corazón que no tiene los tres problemas anteriores, sino que recibe la palabra del Señor y no sólo permite que ésta crezca, sino que también dé fruto a ciento por uno (vs. 8, 23).
La segunda parábola
Cuando el Señor salió a sembrar, el reino de los cielos solamente se había acercado, es decir, aún no había llegado. Por consiguiente, en la primera parábola el Señor no dijo: “El reino de los cielos es (o ha venido a ser) semejante a...”. Sin embargo, en la segunda parábola el reino de los cielos ya había venido. Por ello, el Señor dijo: “El reino de los cielos ha venido a ser semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo” (v. 24). En esta parábola, que viene después de la siembra del Señor, vemos que creció una cosecha (vs. 25-30). Esto indica que la semilla que el Señor sembró en los tres años y medio de Su ministerio crecería en el día de Pentecostés. Sin embargo, no mucho después de Pentecostés, debido a que los siervos del Señor no fueron vigilantes, el diablo mezcló personas que no eran salvas, representadas por la cizaña, entre los que eran salvos. Por esta razón, llegó a haber cristianos falsos entre los verdaderos. En aquel tiempo tuvo inicio la apariencia del reino, y la iglesia se convirtió en la cristiandad. El significado de la iglesia es que ella es la asamblea de los llamados, la congregación de los que Dios ha llamado a salir del mundo. Sin embargo, la cristiandad no sólo incluye a este grupo de personas, sino también a muchos que no han recibido la vida de Dios. Por lo tanto, la realidad del reino está con la iglesia, mientras que la cristiandad es principalmente la apariencia del reino. Todos los que viven en la realidad del reino están definitivamente en la iglesia, pero todos los que están en la cristiandad están en la apariencia del reino pero es posible que no estén en la iglesia.
Aquí podemos ver tres esferas: la realidad del reino, la iglesia y la cristiandad. En principio, la esfera de la iglesia debiera ser igual a la esfera de la realidad del reino. Sin embargo, hay algunos que han sido salvos, pero no viven en la realidad del reino. La iglesia se compone de un grupo de personas que poseen la vida del Señor, a quienes Él ha apartado del mundo. Ellas pueden tener diferentes dones cuando sirven, pero cuando se reúnen delante del Señor no hay distinción alguna entre ellas. Debemos deshacernos de todas las cosas de la cristiandad que son incompatibles con la iglesia. Nosotros no estamos en la cristiandad; más bien, vivimos sometidos al reinado de los cielos; es decir, llevamos la vida descrita en los capítulos del 5 al 7 de Mateo. Esto equivale a estar en la realidad del reino.
En principio, en la iglesia no debe haber personas que aún no sean salvas. Sin embargo, el Señor permite que la cizaña, los falsos creyentes, exista en la cristiandad. Cuando los esclavos del Señor sugirieron recoger la cizaña, el Señor no se lo permitió, sino que dejó que la cizaña creciera junto con el trigo en el campo (13:28-30). El campo en esta parábola representa el mundo. El Señor permite que los verdaderos cristianos y los falsos crezcan juntos en el mundo, porque teme que si los cristianos falsos son destruidos, los verdaderos cristianos también pueden ser destruidos junto con ellos. Sin embargo, el hecho de que el Señor no permita que los cristianos falsos sean destruidos no significa que Él prohíba que haya separación entre los que no son salvos y la iglesia. Según las Escrituras, incluso alguien que ha creído y ha sido salvo, pero ha cometido un pecado grave, debe ser quitado de en medio de la iglesia (1 Co. 5:2). Cuando el Señor venga, en el tiempo de la cosecha, ése será el momento en que Él recogerá a los falsos cristianos de entre el mundo y los echará en el fuego.
(
Lo que el reino es para los creyentes, capítulo 9, por Witness Lee)