LA VISIÓN DE LA MUJER UNIVERSAL
Y EL HIJO VARÓN
Los que se someten incondicionalmente a Cristo son los vencedores. Ellos son el hijo varón que da a luz la mujer universal mencionada en Apocalipsis 12. La mujer universal representa a los cristianos en general, es decir, a la iglesia en su totalidad. Toda la iglesia es la mujer universal. El hijo varón representa la parte más fuerte del pueblo de Dios, los vencedores que aman al Señor. En la mujer universal está el hijo varón. Un día un grupo de vencedores será producido a partir de la iglesia.
La condición de la iglesia es débil, puesto que es representada por una mujer, pero los vencedores son como un hijo varón fuerte. En la Biblia la mujer es el vaso más frágil, y el hombre es el vaso más fuerte (1 P. 3:7). La iglesia en general puede ser débil; pero hay un grupo de personas que aman al Señor, las cuales permiten que el Señor reine, y en las cuales está el trono del Señor. El reino está en ellas, y su ser interior es el dominio de Cristo. Este grupo de creyentes, compuesto de hermanos y hermanas, es sin duda fuerte y victorioso, como un hijo varón.
La condición espiritual de la mayoría de los que son salvos, incluyendo a los hermanos, es frágil, como una mujer. En cuanto ellos se enteran de la necesidad de pagar un precio para seguir al Señor, declinan, diciendo: “¿Acaso no recibimos todas las cosas como un don de parte del Señor? ¿Cómo es que ahora se nos dice que tenemos que pagar un precio? ¿Y qué clase de precio es el que tenemos que pagar?”. Es así como habla una mujer frágil. Es por ello que no sólo las hermanas, sino también los hermanos, pueden ser mujeres en ese sentido. Pero los que verdaderamente aman al Señor permanecen fieles aun a riesgo de morir. Ellos permiten que el Señor gobierne y reine en ellos; ellos se someten al gobierno del Señor. Aman al Señor a tal grado que no temen aun afrontar la muerte. En tanto que tengan la presencia del Señor, ellos son capaces de ir a cualquier lugar por causa de Él. Todos los que verdaderamente aman al Señor, no solo los hermanos, sino también las hermanas, tienen tal denuedo. Todos los que verdaderamente aman al Señor son fuertes; todos los que fielmente aman al Señor no le temen ni al cielo ni a la tierra. Este grupo de creyentes incluye tanto a hermanos como a hermanas. Ellos son el hijo varón, un grupo de los fuertes.
En la mujer de Apocalipsis 12, hay un hijo varón; esto significa que en la iglesia débil hay un grupo de vencedores fuertes. Quizás no veamos esto hoy. Pareciera que el hijo varón aún está siendo concebido en el vientre de la mujer y está escondido entre los creyentes. Pero un día le vendrán los dolores de parto a la mujer. Los dolores nos hablan de sufrimiento, de tribulaciones. Al final de esta era vendrá una gran tribulación sobre toda la tierra habitada (Mt. 24:21; Ap. 3:10). Cuando esta prueba le sobrevenga a la iglesia, el hijo varón será dado a luz, y los débiles huirán y se esconderán (12:6). En aquel tiempo el hijo varón dirá: “¡Aquí estoy!”. Es por ello que Apocalipsis dice que los hermanos vencen al acusador y que no aman la vida de su alma (v. 11).
Cuando a la iglesia le sobrevenga la aflicción y la tribulación, los débiles seguirán siendo débiles, y los fuertes serán realmente fuertes. En aquel tiempo la mujer clamará debido a su dolor y su alumbramiento, y el hijo varón será dado a luz (vs. 2, 5). Los que forman parte del hijo varón son tan fuertes que no aman la vida de su alma aun hasta la muerte. En el versículo 5 la frase dio a luz denota resurrección, como en Hechos 13:33, lo cual significa que el hijo varón se compone de vencedores que vencen incluso la muerte y son levantados de entre los muertos, así como el Señor fue levantado.
Debido a que el hijo varón es este vencedor, él es el adversario de Satanás. Cuando el hijo varón sea arrebatado a los cielos, estallará una guerra. Habrá guerra en el cielo, y ya no se hallará lugar para Satanás en el cielo (Ap. 12:7-8). La razón de ello es que los vencedores serán arrebatados al cielo. Dondequiera que están los vencedores, Satanás es desalojado. Cuando el hijo varón, este grupo de vencedores, esté en el cielo, ya no se hallará más lugar allí para Satanás. Apocalipsis 12:9 dice que Satanás será arrojado a la tierra y sus ángeles serán arrojados con él.
El versículo 10 dice que en aquel tiempo se oirá una gran voz en el cielo, que dice: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche”. El acusador es el diablo, quien ha sido arrojado. El diablo obstaculiza la autoridad de Dios e inflige daño al reino de Dios. No obstante, por medio de este grupo de vencedores, el diablo será arrojado para que el reino de Dios pueda venir y la autoridad de Cristo pueda ejercerse. En ese momento el reino podrá manifestarse. Hoy en día es un reino con autoridad únicamente, pero ese día será un reino con una esfera concreta. El reinado del mundo vendrá a ser el reino de nuestro Señor y de Su Cristo (11:15). Satanás, el rebelde, será arrojado, primero a la tierra y después al abismo (20:1-3). ¿Quiénes serán los que arrojarán al rebelde Satanás? Los vencedores, el grupo de creyentes que permiten que Cristo reine.
Debemos recordar que lo que el Señor desea con respecto a nosotros es establecer Su reino. Ser cristiano no consiste simplemente en ser santo y victorioso, sino en someterse a la autoridad del reino. Ser cristiano no simplemente consiste en recibir gracia, disfrute, vida y poder, sino también en permitir que Cristo tenga el derecho de gobernarnos, constituirnos Su reino, establecer Su trono y llevar a cabo Su voluntad en nosotros. Cuando en la iglesia hay un grupo de personas que están dispuestas a permitir que la autoridad de Cristo fluya libremente entre ellas, esto traerá el reino de Cristo a la tierra. Cuando haya un grupo de vencedores en la iglesia, dichos vencedores traerán la autoridad del cielo, el reino de Dios, a la tierra. En aquel tiempo la iglesia será victoriosa, y el enemigo quedará totalmente impotente.
(
Lo que el reino es para los creyentes, capítulo 5, por Witness Lee)