LA PALABRA
La Palabra es eterna; esto es, existe por sí misma, y no tiene principio (He. 7:3). Esto es contrario a la enseñanza herética que afirma que la Palabra, el Lógos, fue creada por Dios. Conforme a la revelación hallada en el Evangelio de Juan, la Palabra no fue creada. Sin embargo, la Palabra se hizo carne (1:14), y la carne es un elemento creado. Juan 1:1 dice que la Palabra era en el principio. Esto revela que la Palabra es eterna. Luego Juan 1:14 dice que la Palabra se hizo carne, la cual es algo creado por Dios. Con esto podemos decir que Juan reconcilia las escuelas de pensamiento que respectivamente dicen que Cristo era Dios y no hombre, y que Él era hombre y no Dios. Ésta es la razón por la cual algunos maestros enseñan que los escritos de Juan son conciliatorios. Como indicamos en el capítulo anterior, preferimos decir que los escritos de Juan son todo-inclusivos. Juan revela que, por una parte, la palabra es eterna, increada; pero, por otra, Él se hizo carne, algo creado por Dios.
La Palabra es viviente, es una persona divina, Cristo el Hijo del Dios viviente (Ap. 19:13). La Palabra eterna es nuestro Señor Jesucristo, y Él también es la Palabra viviente. Además, Cristo es la Palabra escrita, los escritos santos, la Biblia (He. 10:7; Lc. 24:27, 44). Cristo también es la Palabra hablada, el réma, la palabra para el momento, a fin de que sea espíritu y vida para el hombre (Jn. 6:63). Por consiguiente, Cristo es la Palabra eterna, la Palabra viviente, la Palabra escrita y la Palabra hablada. Tal Palabra representa al misterioso e invisible Dios definido y expresado. Con respecto a esto, Juan 1:18 dice: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer”. Además, según Hebreos 1:3, Cristo es el resplandor de la gloria de Dios y la impronta de Su sustancia. Como la Palabra, Cristo es la definición y la expresión de Dios. Por esta razón, Él pudo decir: “El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9).
Por medio de la Palabra todas las cosas llegaron a existir (1:3; He. 11:3). Según Juan 1:4 y 5, en Él está la vida divina (Dios impartido) y la luz divina (el resplandor de Dios).
(Cumplimiento del tabernĂ¡culo y de las ofrendas en los escritos de Juan, El, capítulo 4, por Witness Lee)