Evangelio de Dios, El, por Watchman Nee

Más extractos de este título...

AMAR A DIOS NO ES EL CAMINO DE LA SALVACION

Admito que 1 Corintios 16 nos dice que el hombre tiene que amar a Dios. Si alguno no ama a Dios es anatema. Esto es un hecho. Sin embargo, la Biblia nos muestra claramente que el hombre es salvo por la fe y no por el amor. Algunos piensan que se puede demostrar en la Biblia que el hombre es salvo por medio de amar a Dios y que sin amar a Dios el hombre no puede ser salvo. Hay algunos pecadores que cuando se les predica la salvación por fe, dicen que no pueden ser salvos porque no aman a Dios de corazón. Piensan que si realmente aman a Dios y se acercan a El, Dios los salvará. Según ellos, el hombre es salvo por medio de amar a Dios. No se dan cuenta de que el hombre no es salvo porque ame a Dios, sino porque Dios ama al hombre. Dios es quien amó al mundo y dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que en El cree no se pierda más tenga vida eterna (Jn. 3:16). De Dios se requiere amor. De nosotros se requiere fe. El requisito para el hombre no tiene que ser el mismo que el de Dios. El hombre no tiene que amar a Dios de la misma manera que Dios lo ama. El Evangelio de Juan no dice que el hombre debe amar tanto a Dios que tenga que dar su hijo a Dios, para que Dios confíe en él y no lo deje perecer sino que le dé vida eterna. Agradecemos a Dios porque fue El quien amó tanto al mundo que dio a Su Hijo unigénito. La Biblia no dice que nosotros amamos a Dios primero, sino que fue Dios quien lo hizo primero. La base de la salvación no es nuestro amor hacia Dios. La base de la salvación es el amor de Dios para con nosotros. Si basamos la salvación en nuestro amor por Dios y en nuestro sacrificio hacia El, inmediatamente veremos que la salvación que tengamos no será segura. Nuestros corazones son como la arena del mar que va y viene con las olas. Si nuestra casa se edifica en la arena, nuestro destino seguirá el fluir de la corriente. Gracias al Señor. No es un asunto de nuestro amor hacia Dios, sino del amor de Dios hacia nosotros.

(Evangelio de Dios, El, capítulo 13, por Watchman Nee)