Evangelio de Dios, El, por Watchman Nee

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EL ESPIRITU SANTO NOS TRASMITE LA OBRA DEL SEÑOR Y AL SEÑOR MISMO

Ahora debemos ver cómo el Espíritu Santo nos trasmite la obra del Señor. La obra del Señor incluye todo lo que hizo en la cruz, en Su resurrección, en Su ascensión, en Su segunda venida y en todo lo que El nos otorga. No podemos entrar en detalles acerca de estas cosas. Hay mucho que decir acerca de ellas. Para hablar de ellas, tendríamos que mencionar la obra del Espíritu Santo en todo el Nuevo Testamento. En esta ocasión sólo lo podemos mencionar brevemente. La venida del Espíritu Santo no es meramente la trasmisión de la obra del Señor a nosotros. También nos trasmite al Señor mismo. El propósito de la comunión del Espíritu Santo es trasmitirnos al Señor Jesús y Su obra. Si un hombre no ha recibido la obra del Señor, el Espíritu Santo le trasmite esta obra. Si un hombre no ha recibido al Señor Jesús, el Espíritu Santo le trasmite al Señor mismo. Cuando fuimos salvos, la obra del Espíritu Santo era trasmitirnos la obra del Señor. Luego, Su obra es trasmitirnos al Señor mismo. El ministerio del Espíritu Santo consiste en manifestar al Señor Jesús.

La semana pasada, dos hermanas vinieron a preguntarme cómo traducir la frase en inglés to minister with Christ. Esta es una frase difícil de traducir. Significa servirles Cristo a otros, como servirle una taza de té o un plato de arroz a alguien. La obra del Espíritu Santo consiste en servirnos al Señor Jesús. Cuando recibimos al Señor, el Espíritu Santo nos transfirió la obra del Señor. Por lo tanto, toda la obra que el Señor ha logrado, como el don de arrepentimiento, el perdón, la limpieza, la justificación, la santificación y el gozo, nos las comunica el Espíritu Santo. Asuntos como la regeneración o la recepción de la vida eterna se logran en nosotros por medio del Espíritu Santo. La obra del Espíritu Santo consiste en trasmitirnos la vida del Señor Jesús. Se parece a los cables que nos trasmiten electricidad desde la planta eléctrica que está en el arroyo del Sauce. Por medio del Espíritu Santo, recibimos una vida nueva, un corazón nuevo y un espíritu nuevo (comp. Ez. 36:26). Cuando recibimos un espíritu nuevo y un corazón nuevo, el Señor Jesús puede habitar en nosotros por medio del Espíritu Santo. Por lo tanto, la regeneración es la preparación de un templo nuevo para el Señor que lleva a cabo el Espíritu Santo.

Puesto que somos de carne, el Señor Jesús no puede morar en nosotros. Estamos como el mundo bajo juicio de los tiempos de Noé. Cuando el agua empezaba a retirarse, Noé soltó una paloma (Gn. 8:8-9). Pero la paloma no encontró lugar para descansar; no podía habitar en ninguna parte. De la misma manera, nosotros estamos llenos de pecado. El Señor Jesús no puede encontrar un lugar para habitar en nosotros. Esta es la razón por la cual Dios nos dio el Espíritu Santo. Objetivamente el Señor lo logró todo. Ahora subjetivamente, el Espíritu Santo nos dio un espíritu nuevo, para que el Hijo de Dios pueda habitar en nuestro espíritu. El Espíritu Santo vino primero a preparar una morada para el Señor Jesús. Luego el Señor vino para vivir en nosotros.

Por un lado, el Espíritu Santo nos dio una nueva vida interior; por otro, El nos trasmite la verdad y el propósito de Dios día a día. Por eso el Señor dice que cuando el Espíritu de realidad venga, El nos llevará a toda la realidad (Jn. 16:13). Además, la obra del Espíritu Santo también nos trasmite los dones, como por ejemplo el de profecía, lenguas, sanidad, milagros, revelaciones, palabras de sabiduría y conocimiento, fe y otras clases de dones.

(Evangelio de Dios, El, capítulo 8, por Watchman Nee)