LA GRACIA DE DIOS NO ESTA RELACIONADA
A LAS RESPONSABILIDADES DEL HOMBRE
Ahora venimos al tercer aspecto, las responsabilidades del hombre. La gracia de Dios no puede estar nunca atada a las responsabilidades del hombre. ¿Qué son las responsabilidades del hombre? Supongan que le doy a un hermano diez mil dólares para que los lleve a un lugar determinado, pero por causa de que yo temo que vaya a perder el dinero, le recomiendo: “Usted es responsable por este dinero”. ¿Qué quiero decir? Quiero decir que si él pierde el dinero, él tendrá que reponerlo. Este es el significado de responsabilidad. Los delitos son cosas del pasado. Los logros también son cosas del pasado. Pero las responsabilidades son cosas del futuro. Si Dios nos ha de dar gracia, ésta no puede estar atada a la responsabilidad. Cuando le pido a un hermano que lleve diez mil dólares al banco, el dinero no le pertenece, así que le digo que él es responsable por el dinero. Pero si este dinero es un regalo, ¿podría yo decir: “eres responsable por él?” Seguro que no. Una vez que le doy el dinero, el dinero le pertenece. Lo que él haga con el dinero es cosa de él aunque lo tire al río o a la basura.
Algunos han dicho que antes de nuestra salvación no teníamos buenas obras y éramos incapaces de poder salvarnos. No había ninguna otra manera de ser salvo excepto que la gracia de Dios nos salvara. Pero ahora que somos salvos, ellos dicen, deberíamos hacer buenas obras, pues si no hacemos buenas obras ahora, estamos otra vez destinados a perdición. Muchos piensan que la salvación es por gracia, pero que mantener la salvación es por mérito y obra nuestra. Esto es lo que quiero decir con responsabilidad. Muchos piensan que si nos comportamos apropiadamente después de ser salvos, nuestra salvación será preservada, y que si no nos comportamos apropiadamente, Dios quitará Su salvación. Si la salvación puede ser quitada, ¿sigue siendo gracia? Si es gracia, no existen los méritos pasados, las obras presentes ni las responsabilidades futuras. Si traemos responsabilidad futura, de nuevo no es más gracia.
Una vez un predicador vino para decirme que él no creía en que una vez que una persona es salva, es salva para siempre. Yo le pregunté por qué creía así. El dijo que creía que el hombre es salvo por gracia, pero que si el hombre no se comporta apropiadamente después de ser salvo, él perecería. Yo le pregunté si esto era gracia. Luego le presenté una ilustración. Supongan que vamos a una librería juntos y cada uno de nosotros toma el mismo libro para comprar. Cuando usted le pregunta al vendedor por el precio, él le dice que vale sesenta centavos. Usted le da sesenta centavos y así se lleva el libro. Pero yo busco en mis bolsillos y descubro que no tengo nada de dinero. Yo quiero el mismo libro también, así que le digo al vendedor que no he traído dinero, y le pido si puedo llevar el libro ahora y le envío el dinero después. El dice que está bien porque nos conocemos bastante. Entonces, yo también me llevo el mismo libro. Ustedes pagaron en efectivo, pero yo he pospuesto el pago. Déjenme preguntarles, el efectivo ¿fue transacción de gracia? Seguro que no, pues se pagó por el libro sesenta centavos. Para que el hombre sea salvo es como una transacción en efectivo. Si usted ha hecho buenas obras, usted puede ir a Dios y El le dirá: “Muy bien, tú puedes ser salvo”. Si un hombre es salvo de esta manera, su salvación no es por medio de la gracia. Gracias al Señor que nadie es salvo de esta manera. ¿Y qué en cuanto a mi caso de posponer el pago? Esto es como Dios adelantando salvación para el hombre. Si el hombre no va a hacer el bien después de la salvación, su salvación será reclamada. Uno tendría que hacer el bien para poder mantener su salvación. Pero esto no es gracia tampoco. Gracia no es una transacción en efectivo ni tampoco es un pago pospuesto. En una transacción en efectivo uno paga en el momento; en un pago pospuesto uno paga más tarde. Pero ambos tienen que pagar. Nosotros no podemos comprar nuestra salvación a crédito. Yo le dije al predicador que si la salvación es por gracia, no hay necesidad de buenas obras. Entonces él preguntó: “¿Significa que ya no necesitamos más buenas obras?” Yo le dije: “No. Los cristianos necesitan hacer buenas obras. Pero las buenas obras de las que yo hablo no tienen nada que ver con la salvación. Las buenas obras de las que hablo están relacionadas al reino, al premio y a la corona. La salvación no se compra, tampoco se compra a crédito. La salvación se da gratuitamente”.
¿Qué significa dar gratuitamente? El Señor Jesús dijo: “Y Yo les doy vida eterna” (Jn. 10:28). Dios nos da la vida eterna. Una vez fui al negocio de un amigo para comprar algo. Nos conocíamos muy bien, así que no me quitaría dinero. El dijo que me daría lo que yo necesitara. No pude persuadirlo de que tomara el dinero, pero él insistía de que tomara el producto. De la misma manera, Dios dice que nos da vida eterna. El no lo dijo para luego volver y verificarlo. El no dijo que sería nuestro si hacemos el bien o que nos lo quitaría si no hacemos el bien. Yo no estoy diciendo que los cristianos no deben tener buenas obras. Odio la vida irresponsable, pero esto no tiene nada que ver con mi salvación. ¡Aleluya! La salvación nos es dada; no la compramos nosotros. Sin embargo, no deberíamos despreciar las buenas obras. Las buenas obras están relacionadas a la recompensa del reino, a la corona o al castigo, pero no tienen nada que ver con la salvación. Si la salvación es por gracia, la cuestión del futuro queda excluido.
Romanos 6:23 dice: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. ¿Qué es la dádiva? Una dádiva es un regalo. Yo no puedo enviar un regalo a su casa, y más tarde enviarle la cuenta. Si es un regalo es totalmente gratis y no se puede cambiar.
Por lo tanto, la gracia no está relacionada a sus delitos pasados, sus logros presentes, o su responsabilidad futura. Si está relacionada a su responsabilidad futura, no es gracia; es una compra a crédito. Gracias a Dios que la vida eterna no es una compra a crédito. Es un regalo. Gracias al Señor que la vida eterna es la dádiva de Dios en Su Hijo Jesucristo.
Puesto que Dios nos da la salvación, debemos recordar una cosa después de que somos salvos: la salvación se obtiene estrictamente al creer, y es guardada a parte de nuestra fidelidad. Por lo tanto, la condición para preservar nuestra salvación es la misma que la condición para obtener salvación. Puesto que la salvación se obtiene gratuitamente también se preserva gratuitamente. Gracias a Dios; por causa de que la salvación es gratuita la preservación de la salvación también es gratuita.
Al final del libro de Apocalipsis, después de que el nuevo cielo, la nueva tierra, el reino, el lago de fuego, el fin de Satanás y el gran trono blanco han sido abarcados, la Biblia dice: “Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (22:17b). Gracias al Señor de que El ha puesto a propósito el tomar del agua de la vida gratuitamente al final del capítulo veintidós. Después de que vemos el lago de fuego, la segunda muerte, el fin de Satanás, el reino, el nuevo cielo y la nueva tierra, tal vez temamos de que Dios endurezca Su corazón de nuevo; sin embargo, después de todas estas cosas, Dios declaró a propósito de que el agua de la vida es gratis. No hay cargo alguno. Gracias al Señor que tenemos gracia mediante Jesucristo, y de que esta gracia es gratuita. Esto no está relacionado a nuestra responsabilidad.
He escuchado muchas veces que debemos hacer el bien y devolver la gracia de Dios. Estos son dichos comunes en la iglesia actualmente. Pero debo preguntar, ¿en qué parte de la Biblia hay un versículo que dice que tenemos que devolver la gracia de Dios? Esta palabra es muy contradictoria. Si hay devolución, no hay gracia. Y si hay gracia, no hay necesidad de devolver. Gracias al Señor que en todo el Nuevo Testamento nunca se habla de devolver algo. Es verdad que los cristianos debemos hacer buenas obras. ¿Pero por qué debemos tener buenas obras? ¿Por qué debemos sufrir por el Señor? ¿Por qué debemos soportar el vituperio? ¿Por qué servimos al Señor? Así como el Señor ha tratado con nosotros en amor, así tratamos con el Señor en amor; pero aquí no hay ninguna idea de negociar. No es que Dios me da mucho y yo a cambio doy mucho. Por causa de que El me ha amado, yo no puedo evitar amarlo; puesto que El me amó, fue crucificado por mí; y puesto que yo lo amo, por El llevo la cruz voluntariamente. Lo que El me ha dado me lo ha dado gratuitamente, y lo que yo le doy también se lo doy gratuitamente. El problema recae sobre la mente legalista del hombre. En todo él piensa de negociar y de ser legal. Incluso el asunto de la salvación lo ve desde una perspectiva negociable. Si hoy obramos, servimos al Señor, sufrimos vituperio, o llevamos la cruz, no es porque queremos devolver Su gracia; es porque lo amamos. El amor con el cual nos amó nos ha agarrado, capturado nuestros corazones y constreñido para servirle.
Si usted habla de devolver, es ignorante del valor de la gracia que usted ha recibido. Si usted toma prestado diez dólares de un amigo, querrá devolvérselos. Si toma prestado cien dólares, también querrá devolvérselos. Si toma prestado diez mil dólares, aún va a querer devolvérselos. Pero si pide prestado un millón de dólares, tal vez ni piense en devolverlos. Y si le pide prestado diez millones de dólares o cien millones de dólares, usted ni se imagina en devolverlos. Si usted le pide prestado un trillón de dólares, usted ni siquiera sabe cómo pensar en devolvérselos, pues el pago se ha hecho imposible. Si usted le quiere pagar a Dios hoy, eso simplemente significa que usted no sabe cuánto Dios le ha dado. Usted no sabe la profundidad, longitud, altura y anchura de la gracia de Dios para con usted. Si usted sólo viera un poco la longitud, anchura, altura y profundidad de la gracia que usted ha recibido, usted se calmaría y renunciaría a la idea de devolver. Usted le deberá voluntariamente al Señor, y dirá: “Soy un deudor voluntario para siempre”. La gracia que El nos ha dado es demasiado grande. Aun si queremos devolver, no hay posibilidad de hacerlo.
Amigos míos, si usted le debe a alguien cien millones de dólares, ¿tendría usted la osadía de comprarle masitas de diez centavos y llamarlo “una pequeña muestra de gratitud”? ¿Puede esto llegar a ser una “pequeña muestra”? Nuestro Dios ha hecho tanto por nosotros. ¿Nos animaríamos a decir que le estamos dando “una pequeña muestra” como pago? ¡No! Sólo podemos decir que Dios nos ha dado gratuitamente tanto. Estoy contento de que soy un deudor eterno. Dios nos ha amado con un amor eterno. No hay límite a la longitud, anchura, altura y profundidad de Su amor por nosotros. ¿Pagaremos a Dios con “masitas de diez centavos”? Sólo podemos decir que aceptamos Su amor voluntariamente. ¡No me gusta escuchar que los hombres hablen acerca de pagar! ¡No me gusta la idea de la ley! Sólo deseo que los hijos de Dios vean que así como Dios es gracia para nosotros, nosotros somos gracia para El. Así como Dios ha tratado con nosotros generosamente, tratemos con Dios generosamente.
¡Aleluya! No existen los delitos, los logros o las responsabilidades. La salvación es nada menos que Dios para mí. No es yo para Dios. Gracia es lo que Dios ha hecho por mí. No es lo que yo haya hecho para Dios. Por favor recuerden que la paz y el gozo de un pecador y la paz y el gozo de un cristiano no recae en cuánto aman al Señor, sino en cuánto el Señor los ama a ellos. Nuestra paz y gozo no recae en cuánto hemos hecho para el Señor, sino en cuánto el Señor ha hecho para nosotros. No descansamos en lo que tenemos diariamente, sino en lo que Dios es. Debemos ser liberados de nosotros mismos. Debemos ver a Dios a la luz del evangelio. Debemos ver que estamos descansando en lo que Dios es y en lo que tiene. Estamos descansando en la gracia y la misericordia de Dios. Si vemos esto, no caeremos o lamentaremos. Si descansamos en nosotros, considerando que somos bastante buenos y que amamos al Señor mucho, seremos como arena movediza; no podremos edificar una casa sobre ella. No podemos encontrar paz y gozo en nosotros. Sólo lo podemos encontrar en el Señor, en Dios.
Es maravilloso que mientras vivimos en esta tierra, Dios está por nosotros. ¿Se acuerdan de las palabras en Romanos 8:31? “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” No creo que haya una mejor palabra para nosotros que esta. Cuando vengo para partir el pan el día del Señor, yo no me pregunto si me he comportado apropiadamente o no en los últimos días. Más bien, pregunto si el Señor me ha amado en los últimos días. Tal vez su condición en los últimos días haya sido muy pobre. Tal vez usted haya sido muy frío en sus emociones en los últimos días. Pero usted sólo necesita preguntar si el Señor aún lo ama. Si el Señor no lo ama más, usted puede retener su alabanza. Pero si el Señor aún lo ama, usted tiene que alabarlo. ¿Ha notado cómo los discípulos estuvieron con el Señor por tres años y medio y sin embargo aún eran tan necios al final cuando discutían acerca de quién era el mayor entre ellos? Sin embargo la Biblia dice que el Señor, habiendo amado a los Suyos, los amó hasta el fin (Jn. 13:1). Gracias al Señor que todo depende de El. Si fuese por su amor, si usted tuviera que confiar en usted, sería como poner un candelero en un bote y dejarlo navegar en mar tormentoso. Usted se puede imaginar lo inestable que eso sería. Gracias a Dios que todo es gracia. Todo depende de El. Que Dios nos conceda conocer las características de la gracia del Señor Jesús.
(
Evangelio de Dios, El, capítulo 3, por Watchman Nee)