Evangelio de Dios, El, por Watchman Nee

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LA VENIDA DE CRISTO ES LO QUE DIOS REQUIERE EN JUSTICIA

La venida del Señor Jesucristo a la tierra era lo que Dios requería en Su justicia; no era el requisito de Dios en Su gracia. Este es un asunto muy serio. Si hubiese existido amor sin justicia, el Señor Jesús no habría tenido que venir a la tierra, y la cruz habría sido innecesaria. Pero por el problema de la justicia, el Señor Jesús tuvo que venir. Sin justicia, Dios podría salvarnos de cualquier manera. El podría pasar por alto nuestros pecados, o podría perdonarlos a la ligera. El podría tomar una actitud tolerante para con nuestros pecados, o podría despreocuparse totalmente de ellos. Si Dios dijera: “Ya que todos pecaron, esta vez los dejo libres; simplemente no pequen de nuevo”, no se necesitaría en lo absoluto a Jesús de Nazaret. Aparte de los requisitos de la justicia, no había necesidad de que Jesús de Nazaret viniera. La venida de Jesús de Nazaret era una exigencia de la justicia.

Cuando el pecado entró en el mundo, el gobierno de Dios fue dañado. El orden que El estableció en el universo fue trastornado; Su gloria fue pisoteada; Su santidad fue profanada; Su autoridad fue rechazada; y Su verdad fue entendida mal. Cuando el pecado entró al mundo, Satanás se rió y los ángeles testificaron que el hombre había fallado y caído. Si Dios juzgara el pecado sin misericordia, no tendría amor. Pero si pasara por alto los pecados del hombre sin juzgarlos, no tendría justicia. Puesto que Dios ama al mundo y al mismo tiempo es justo, El tenía que enviar al Señor Jesús. Por ser justo, El tenía que juzgar el pecado. Debido a que El es amor, tuvo que cargar con los pecados del hombre. Debo recalcar estas dos cosas: Dios debe juzgar porque es justo, y Dios sufre el juicio y castigo del hombre porque El es amor. Sin juicio, no vemos justicia; en el juicio, no vemos amor. Sin embargo, lo que El hizo fue cargar con el juicio en nuestro lugar. De esta manera, El manifiesta tanto Su amor como Su justicia en Jesucristo.

(Evangelio de Dios, El, capítulo 5, por Watchman Nee)