EL ARGUMENTO BASADO EN 2 CORINTIOS 2:7
En 2 Corintios 2:6-7 se dice: “Le basta a tal persona este castigo infligido por la mayoría; así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de excesiva tristeza”. En algunas traducciones, en vez de las palabras “sea consumido” se usa la palabra “perezca”. Un hermano en Corinto había recibido un castigo por parte de la mayoría debido a su pecado. Pablo estaba preocupado de que los hermanos y las hermanas lo hubieran tratado con demasiada severidad. El les pidió que lo perdonaran y lo animaran, a fin de que no “pereciera” de tanta tristeza. Tal vez algunos argumenten que si la tristeza excesiva puede causar que alguien perezca, ¿no es esto un indicio de que incluso un creyente puede perecer?
Debemos comprender que este hermano es el mismo que se menciona en 1 Corintios 5. Este cometió un pecado muy vil, el pecado de la fornicación incestuosa. Pablo dijo que tal hermano necesitaba ser quitado de en medio de ellos (vs. 2, 13). Los santos de Corinto obedecieron la palabra de Pablo y lo quitaron. El hermano, después de ser quitado, se dio cuenta de que era pecador, y se llenó de tristeza y agonía por su pecado. Pablo les dijo a los santos, en su segunda epístola, que ellos tenían que consolarlo y animarlo, para que no fuera consumido de excesiva tristeza. Si somos descuidados, podemos pensar que aquí “perecer” significa ir al infierno. Pero Pablo en 1 Corintios 5:5 dice: “el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor”. Basados en esta palabra podemos decir con toda confianza que tal persona era salva. Lo que se menciona en 2 Corintios 2:7 ciertamente no se trata de que el espíritu perezca.
En segundo lugar, la palabra traducida “sea consumido” no se usa de manera común. Es una palabra especial del idioma griego. La palabra katapino denota algo que está siendo consumido, como un barco hundiéndose en el mar y siendo tragado por él. Después de que tal hermano pecó y fue excomulgado, se arrepintió. El pensaba que había sido excomulgado y rechazado por completo y que había perdido toda esperanza. Por consiguiente, continuaba en su tristeza y agonía. El pensamiento de Pablo fue de que si la iglesia no lo perdonara y lo consolara inmediatamente, tal hermano sería consumido por la tristeza. Esto no tiene nada que ver con la salvación ni con la perdición del alma.
(Evangelio de Dios, El, capítulo 19, por Watchman Nee)