AMAR A JESÚS
¿Alguna vez notaron lo largo que es Gálatas 2:20? Por muchos años pensé que este versículo era demasiado largo. Para mí era suficiente con que dijera: “Con Cristo estoy juntamente crucificado; sin embargo, sigo viviendo, pero ya no vivo yo, pues Cristo vive en mí”. Muchas veces llegué a citar sólo la primera parte de Gálatas 2:20, pensando que la segunda parte era innecesaria. Pero Pablo añadió: “El cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí”. Pablo sencillamente no podía contenerse. Puesto que tenía a esta persona viviendo en él, el amor de Cristo lo constreñía. Es un poder que constriñe. El amor de Cristo nos constriñe para que no vivamos más para nosotros mismos. Él me amó y se entregó a Sí mismo por mí; ahora yo lo amo y vivo por Él.
El apóstol Pablo había sido enemigo y perseguidor del Señor Jesús. Pero en un momento dado el Señor lo derribó a tierra. Entonces él experimentó un cambio: dejó de ser un enemigo y perseguidor de Jesús, y llegó a ser alguien que amaba a Jesús. El verdadero poder se halla en el amor. El amor lo puede todo. Todas las madres saben que hay muchas cosas que nadie, aparte de ellas, puede hacer por sus hijos, debido a que ellas tienen el poder del amor. Si realmente amamos al Señor Jesús, tendremos el poder y la fuerza para hacer cualquier cosa por Él.
Leí una vez un poema que escribió una mujer en el momento de su martirio. No podría citarlo palabra por palabra, pero sí recuerdo la idea principal. Ella dijo que todo mártir de Jesús es alguien que lo ama; todos aquellos que aman a Jesús darán su vida por Jesús. ¿Puede usted morir por otros? Si los ama, entonces puede hacerlo. El amor puede hacerlo. Nada más, aparte del amor, puede motivarnos a morir por otros. Si amamos a Jesús, estaremos dispuestos a morir por Él. Es por ello que el Señor Jesús le preguntó a Pedro: “¿Me amas?”. El Señor le hizo esta pregunta tres veces, y Pedro respondió: “Señor; Tú sabes que te amo”. Entonces al final el Señor le dijo que moriría. “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, y andabas por donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará adonde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios” (Jn. 21:18-19). Puesto que amaba a Jesús, Pedro sería también un mártir por causa de Jesús.
¿Creen ustedes que seguir a Jesús y sacrificar nuestra vida por Él es un sufrimiento? Al contrario, es un verdadero disfrute porque le amamos. El poder estriba en el amor.
(Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, La, capítulo 2, por Witness Lee)