Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, La, por Witness Lee

LA PERSONALIDAD DESAPARECE

En todas las figuras mencionadas en el capítulo anterior, notamos un gran cambio en el carácter, en la personalidad y, sobre todo, en la voluntad de la buscadora. La primera figura es una yegua, la más fuerte de todas las figuras en lo que se refiere a la personalidad. Si comparamos una yegua con una paloma, la paloma tiene un carácter apenas perceptible y de ninguna manera es fuerte. Y el lirio prácticamente no tiene personalidad. Por lo tanto, de las primeras cuatro figuras —la yegua, los ojos de paloma, el lirio y la paloma— es evidente que la yegua tiene la personalidad más fuerte. Aunque el lirio prácticamente no tiene personalidad, aún vemos ciertos indicios. Sin embargo, las últimas cuatro figuras —la columna de humo, la litera, el palanquín y la corona— definitivamente no tienen personalidad. La buscadora ha perdido por completo su personalidad.

¿Creen ustedes que las columnas de humo tienen alguna personalidad? ¿O creen que la litera, el palanquín o la corona tienen personalidad? Es bastante evidente que las columnas son muy fuertes, pero no tienen personalidad. La litera es muy útil para descansar, pero según la figura, no percibimos en ella ninguna personalidad. Podemos afirmar lo mismo del palanquín y de la corona. La secuencia de estas figuras, desde la yegua hasta la corona, es muy significativa y descriptiva. Al comienzo, la buscadora del Señor era sumamente fuerte en su personalidad, especialmente en su voluntad. Pero con el tiempo, a medida que aumentó su aprecio por el Señor Jesús y el disfrute de Sus riquezas, su obstinada voluntad fue subyugada poco a poco. Ella permaneció en la grieta de la roca y en lo escondido de escarpados parajes, donde fue saturada de la fragancia agradable de la muerte de Cristo y de la fragancia de Su resurrección. Esto significa que la cruz y la vida de resurrección fueron forjadas en ella para cambiar su carácter y transformar su personalidad.

Para entender un libro tan poético como éste con tantas figuras, no sólo necesitamos conocer la Biblia, sino también tener una medida apropiada y adecuada de experiencia que corresponda a nuestro conocimiento. Cuando examinamos todas las figuras en conjunto, el cuadro llega a ser muy significativo. Al principio la buscadora es una yegua que tira del carro del faraón, pero al final ella llega a ser un palanquín que contiene a Salomón y lo transporta. Este cuadro es mejor que mil palabras.

(Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, La, capítulo 6, por Witness Lee)