DE UNA YEGUA A UNA CIUDAD
Al comienzo de Cantar de los cantares el Señor compara a la buscadora con una yegua. El Señor le dice: “A la yegua del carro del faraón te he comparado, amada mía” (1:9). Ella era una yegua; pero se encontraba tirando de los carros del faraón. En la Biblia, el faraón no sólo está relacionado con el mundo, sino también con Satanás. El faraón era un tipo del príncipe de este mundo. Si bien el Señor alabó a la buscadora, Él lo hizo con sabiduría. Su alabanza contenía algo relacionado con el príncipe de este mundo. Con esto el Señor parecía decirle: “Amada mía, aunque sé que me amas, todavía sigues tirando de una carga que es del mundo; aún mantienes una relación con el príncipe de este mundo. Por ello te comparo a una yegua de los carros del faraón”.
Sin embargo, en el capítulo 6 vemos mucha madurez. En el capítulo 4, ella parecía haber madurado completamente, lo cual es cierto hasta cierto punto. Ella ciertamente había madurado, pero no tanto como vemos en el capítulo 6, donde el Señor la compara con una ciudad llamada Jerusalén. “Amada mía, eres bella como Tirsa, deseable como Jerusalén, imponente como ejércitos con banderas [heb.]” (6:4). Aquí ella ya no está relacionada con el faraón, sino con Jerusalén. Ella ya no tiene nada que ver con el príncipe de este mundo, sino con Jerusalén. Ya no es una yegua sino una ciudad, y una ciudad con el nombre único de Jerusalén. Esta ciudad se encuentra tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Éste es un nombre dado por Dios que permanecerá por la eternidad.
Conocemos a algunas personas hoy que no creen que la Biblia haya sido inspirada por Dios. Pero ¿cree usted que el rey Salomón pudo haber escrito por sí mismo estos escritos poéticos que concuerdan tanto con la vida de iglesia hoy? Sin lugar a dudas, el Señor mismo inspiró este libro. Además, este libro tan breve nunca fue un libro tan abierto y tan claro para el pueblo del Señor como lo es hoy para nosotros. Hoy en día entendemos claramente que este libro describe el amor entre el Señor y Sus amados.
Cuando examinamos todas las figuras que describen a la buscadora, no dejamos de maravillarnos: de una yegua a un huerto y finalmente a una ciudad. Y esta ciudad es un ejército. Para el Señor ella es deseable y bella, pero para el enemigo ella es temible y aterradora. En el sentido positivo, ella es la ciudad que cumple el propósito de Dios al expresarlo a Él; y en un sentido negativo, ella es el ejercito que cumple el propósito de Dios al derrotar a Su enemigo. La ciudad expresa a Dios en Su belleza y hermosura, y el ejército pone fin al adversario de Dios.
¡Espero que esto no simplemente sea una enseñanza o un dicho entre nosotros! Todos debemos entrar en la experiencia de estas cosas. ¡Necesitamos la revelación, la realidad y las verdaderas experiencias! ¿Cómo pudo esta buscadora crecer tanto al punto de convertirse en un huerto para el Señor? Es necesario que veamos cómo el huerto es producido. Aunque digamos que ya hemos visto esto, aún nos hace falta ver más.
(Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, La, capítulo 9, por Witness Lee)