Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, La, por Witness Lee

CRECEMOS POR CAUSA DEL EDIFICIO

Ciertamente es maravilloso que lleguemos a ser el palanquín y la corona del Señor. Sin embargo, debemos avanzar hasta ser el huerto. Debemos cultivar todas las especias, las cuales son los atributos de Cristo, los dulces aspectos de la persona del Señor. El cálamo, la canela, los áloes, la mirra y el olíbano, la granada y la flor de alheña son, todos ellos, diversos aspectos de la persona y obra del Señor. En la primera parte de este libro, el Señor Jesús era la flor de alheña para la buscadora. Por eso, ella exclama: “Ramo de flores de alheña [...] es Mi amado para mí”. Pero ahora es ella quien cultiva flores de alheña para el Señor. Él era la flor de alheña para ella, y ahora ella cultiva para Él flores de alheña. Él era el disfrute de ella, pero ahora lo que Él es se ha forjado en el ser de esta buscadora y ahora ella se dedica a cultivarlo a fin de devolvérselo a Él para Su disfrute. ¡Esto es verdaderamente maravilloso! Y todo cuanto produce este huerto sirve de material para la edificación de la ciudad. El cultivo tiene como finalidad la edificación. Nosotros somos la labranza de Dios, donde se cultivan los materiales útiles para la edificación de la casa de Dios. A esto se debe que seamos tanto el huerto como la ciudad. Tenemos que cultivar todos los materiales para la edificación de la ciudad. Así pues, vemos que el libro entero trata sobre la vida y la edificación. Al final, la buscadora llega a ser una ciudad. Ésta es la última figura usada por el Señor para describir a Su novia. La ciudad, la Nueva Jerusalén, es llamada la novia del Cordero (Ap. 21:9).

(Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, La, capítulo 8, por Witness Lee)