LA VERDADERA PRUEBA
Ésta es la verdadera prueba. Decimos que amamos al Señor, pero lo amamos a nuestra manera. Lo amamos conforme a nuestros gustos, nuestras intenciones y nuestras metas. No lo amamos a Su manera, ni conforme a Sus gustos, Sus intenciones ni Su meta. Nuestra única intención es disfrutar reposo y satisfacción, pero de repente Jesús se nos ha ido. Nos sentimos satisfechos, pero Él no está. Muchos queridos santos se sienten muy emocionados cuando vienen a la iglesia local y tocan el amor del Señor. Pero después de algún tiempo, se preguntan: “¿Qué pasó?”. Pareciera que la felicidad ha desaparecido. Al principio se sentían muy contentos, incluso se sentían en los cielos, pero ahora la felicidad ha desaparecido. En esto consiste la prueba. Nosotros lo amamos, pero al parecer Él se ha ido. Nosotros lo amamos, pero no tenemos Su presencia. Esto se debe a que lo amamos con miras a nuestra meta y nuestra intención. No obstante, Él es el Señor. Él es el Rey. Su intención es la única intención que debemos tener. Su meta es la única meta que debemos tener. Si lo amamos, debemos hacerlo conforme a Su intención y para Su meta. Es por eso que Él dice: “Amada mía, hermosa mía, levántate y ven”. Esto es con el propósito de sacarnos de nuestra situación.
(Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, La, capítulo 3, por Witness Lee)