LA FUERZA NATURAL Y MUNDANA
Ahora debemos examinar estas ocho figuras más detalladamente. Un caballo, o una yegua, en la Biblia siempre simboliza fuerza y velocidad (Sal. 33:17; 147:10). Éstos son los caballos que usaba el rey de Egipto. “A la yegua del carro del faraón te he comparado, amada mía” (Cnt. 1:9). Estos caballos representan la fuerza natural de una manera mundana. La buscadora del Señor usa su fuerza para buscar del Señor. En el versículo 7 ella oró: “Dime tú, amado de mi alma, dónde apacientas tu rebaño, dónde descansas al mediodía”. Ella oró pidiendo que el Señor la alimentara y la hiciera reposar. Y el Señor le respondió en el versículo 8: “Si no lo sabes, hermosa entre las mujeres, sigue las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores”. Ella seguía al Señor de una manera tan fuerte que Él la alabó diciendo que era semejante a una yegua de los carros del faraón. Esto es bueno, pero sólo en un sentido natural y mundano. Usted busca al Señor, pero su búsqueda tiene el elemento del mundo. En la manera en que usted busca al Señor, lo que impresiona a los demás no es el Señor, sino algo del faraón. En lugar de transportar a Salomón, usted transporta al faraón.
Muchos de los jóvenes en las iglesias están buscando al Señor de todo corazón. Sin embargo, tiran “los carros del faraón”. La carga que está detrás de ellos, de la cual tiran, es algo de Egipto, algo del mundo. No es algo maligno, pero sí es algo del faraón. A veces puede ser una carga muy señorial y majestuosa, pero proviene del mundo. Los jóvenes son atraídos por el Señor, y ellos le aman, pero aún son una “yegua del carro del faraón”, tirando de algo que es del mundo. No son como el palanquín de Salomón, el cual transporta a Cristo.
¿Realmente buscamos al Señor? ¿A quién estamos transportando? ¿Estamos transportando al faraón o a Salomón? Si estamos transportando al faraón, somos un caballo usado para tirar de su carro; pero si estamos transportando a Salomón, somos un palanquín, un vaso que lo contiene a él. Salomón es el contenido en este vaso. Para que la yegua transporte al faraón, no necesita ser un vaso. Pero si queremos transportar a Salomón, tenemos que ser un vaso, un recipiente, o sea, un palanquín.
(Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, La, capítulo 5, por Witness Lee)