DESTRUIR LOS LUGARES PAGANOS DE ADORACIÓN
En Deuteronomio 12 se da a conocer el deseo del corazón de Dios en cuanto a la vida que los hijos de Israel debían llevar en la buena tierra. El versículo 1 habla de los estatutos y decretos que el pueblo de Dios debía observar en la tierra. En el siguiente versículo, Moisés presenta el primero de estos estatutos, diciendo: “Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses”. En el versículo 3 Moisés añade: “Derribaréis sus altares, quebraréis sus estatuas, quemaréis sus imágenes de Asera, destruiréis las esculturas de sus dioses y borraréis su nombre de aquel lugar”. Antes de poder disfrutar plenamente de las riquezas de la buena tierra, los hijos de Israel tenían que destruir enteramente los lugares paganos de adoración. Todos los centros paganos de adoración tenían que ser enteramente destruidos. Es decir, todos los lugares en donde los paganos habían adorado ídolos tenían que ser destruidos, ya sea que estuviesen “sobre los montes altos, sobre los collados y bajo todo árbol frondoso” (v. 2). El pueblo de Dios tenía que destruir sus altares, quebrar sus estatuas, quemar sus imágenes de Asera y destruir las esculturas de sus dioses. Además, tenían que borrar los nombres de sus dioses de aquel lugar. Tenían que eliminar tres cosas principales: lugares, imágenes y nombres. Esto revela que la buena tierra tenía que estar completamente limpia de todos los centros paganos de adoración.
Deuteronomio 12:4 dice: “No haréis así a Jehová, vuestro Dios”. Esto indica que los hijos de Israel no debían adorar al Señor de la misma manera que los paganos adoraban a sus dioses.
(Terreno genuino de la unidad, El, capítulo 4, por Witness Lee)