Terreno genuino de la unidad, El, por Witness Lee

UNGIDOS CON EL DIOS TRIUNO PROCESADO

Hemos indicado de manera enfática que la verdadera unidad es la mezcla del Dios procesado con los creyentes. Aunque esto se revela en el Nuevo Testamento, allí no vemos la manera de practicar esta unidad. Pero en el salmo 133 encontramos la manera de practicar esta mezcla. El ungüento, el óleo, mencionado en el versículo 2 tipifica al Dios Triuno procesado, quien es hoy el Espíritu compuesto y todo-inclusivo. Según Éxodo 30, el aceite de la unción es un ungüento compuesto que se formaba al mezclar cuatro especias con un hin de aceite de olivas. Este compuesto tipifica al Espíritu todo-inclusivo, el cual es el Dios procesado como nuestro disfrute. En este Espíritu compuesto no sólo tenemos la divinidad, sino también la humanidad de Cristo, la eficacia de Su muerte y el poder de Su resurrección. En otras palabras, el Espíritu compuesto es el Dios procesado junto con los atributos divinos, las virtudes humanas, la eficacia de la muerte de Cristo y el poder de la resurrección de Cristo. En la vida de iglesia, el Espíritu compuesto nos unge constantemente.

Podemos comparar el ungüento con la pintura, y la unción con la aplicación de la pintura. Cuando usted pinta una silla, es posible que aplique varias capas de pintura, una sobre la otra. A medida que el Espíritu compuesto nos unge, nos está “pintando”, y la “pintura” que nos aplica es el Dios Triuno mismo. En esta “pintura” tenemos la humanidad de Cristo, la eficacia de Su muerte y el poder de Su resurrección. Además, tenemos la divinidad de Cristo y Su vivir humano. A medida que todos estos ingredientes del ungüento nos son aplicados, somos “pintados” con el Dios Triuno procesado y con todos los elementos del ungüento compuesto. La vida apropiada de iglesia es una vida que se lleva en unidad, la cual es la mezcla del Dios Triuno procesado con los creyentes. Mientras permanecemos en esta unidad, somos “pintados” con el ungüento. Cuanto más somos “pintados”, más se eliminan de nosotros nuestra constitución, temperamento y manera de ser naturales. Y lo que queda es la mezcla del Dios Triuno procesado con nuestra humanidad elevada. Ésta es la unidad.

En tal unidad es imposible que haya divisiones o aun disensiones. En esta unidad ni siquiera hay lugar para nuestras opiniones. Aunque es cierto que necesitamos recibir más de esta “pintura” divina, la cual nos introduce en la unidad, al menos hemos experimentado un poco de esto en la vida de iglesia. Por lo menos hasta cierto grado, todos hemos entrado en la unidad.

Cuando estábamos en las denominaciones o en los grupos independientes, nos era fácil ser dados a las opiniones o a las críticas. Pero en la iglesia son subyugados tanto el elemento de la disensión como los factores divisivos. Éste es el efecto de la unidad. Cuanto más se aplica la “pintura” del Dios Triuno procesado a nuestro ser, más difícil es que nos dividamos. Mediante la aplicación de la “pintura” celestial, somos introducidos en la unidad genuina, y no en una unidad superficial que es según el concepto natural. Estamos en la unidad que es el Dios Triuno procesado con el cual ha sido “pintado” nuestro propio ser.

Como hemos indicado, este ungüento, esta “pintura” divina, no corre, sino que se extiende. Para pintar mi casa, yo prefiero usar una pintura que se adhiera a la pared y no una pintura que chorree como agua. Igualmente, cuando nos es aplicado el ungüento, éste se adhiere a nuestro ser interior; no se chorrea. El ungüento que se chorrea con facilidad es semejante a las experiencias del pentecostalismo o del movimiento carismático; tales experiencias pasan rápidamente. Sin embargo, en la vida de iglesia experimentamos las bendiciones espirituales de manera gradual, lenta y suave; pero una vez que las experimentamos, permanecen. Una vez que la “pintura” nos es aplicada, permanece. Después que hemos recibido una capa del aceite de la unción, ésta permanece para siempre en nosotros; nada la puede remover.

La unción no suscita muchos sentimientos en nuestra parte emotiva. En cambio, las experiencias que llegan y se van rápidamente, sí despiertan nuestras emociones; pero éstas no son experiencias normales en la vida de iglesia. En la vida de iglesia experimentamos el ungüento todo-inclusivo que se extiende gradualmente. Por ejemplo, en la reunión de oración de la iglesia podemos recibir una o dos “capas” de “pintura” sin realmente sentirlo. Como ya dijimos, este ungüento contiene muchos ingredientes. Cuánto agradecemos al Señor por Su recobro. Día tras día en la vida de iglesia, todos los ingredientes del ungüento divino están siendo forjados en nosotros. Mediante la aplicación de estos ingredientes a nuestro ser interior, espontáneamente estamos en la unidad; es más, nos es sumamente difícil ser divisivos o aun disidentes. ¡Cuán buena, deliciosa y agradable es la unidad en la iglesia! La única manera en que podríamos ser divisivos es que tomemos una decisión muy firme en contra de nuestro ser interior. Somos uno espontáneamente porque hemos sido “pintados” con todos los elementos de la “pintura” celestial.

(Terreno genuino de la unidad, El, capítulo 6, por Witness Lee)