EXPERIMENTAR LA GRACIA
Aunque muchos de nosotros hemos experimentado la gracia, aún no conocemos lo que es la gracia. ¡Qué lástima! Es posible que conozcamos solamente de una manera doctrinal que Cristo es el suministro de vida que nos es dado para nuestro disfrute, pero tenemos que conocer la gracia en nuestra experiencia.
Supongamos que un hermano tiene un problema con su esposa. Si él consulta con un pastor en el cristianismo, es posible que el pastor le exhorte con lo que Pablo dice acerca de los maridos y las esposas en Efesios 5. Después, prosigue a darle algunos consejos al hermano y amonestarle con respecto a su esposa. Tal enseñanza, sin embargo, carece por completo de la gracia. Lo que este hermano necesita es que alguien le ministre vida y ore con él. De este modo, la gracia le será suministrada y podrá hacerle frente al problema que tiene con su esposa.
Todos los hermanos y hermanas casados deben aprender a ir al Señor y orar: “Señor, te necesito. No puedo soportar más esta situación”. Simplemente al abrirnos al Señor de esta manera, la gracia se imparte en nosotros. Teniendo tal suministración de gracia, podemos seguir adelante.
Un hermano testificó recientemente de cómo la situación que había entre él y su esposa había llegado a un impasse. Él rara vez le hablaba a ella, y ella rara vez le hablaba a él. Un día este hermano le pidió a su esposa que orara con él. Después que hubieron orado, todo cambió. Éste es un testimonio de la gracia del Señor.
Los hermanos que viven juntos quizás tengan roces y consideren que vivir en una casa de hermanos es insoportable. Cuando los hermanos se sienten así, deben ir al Señor, contactarle y decirle que ya no pueden soportar más la situación en la que viven. En tanto oren de esta manera, el suministro de la gracia vendrá a ellos.
Una situación que ocurrió en la iglesia en Chifú hace más de cuarenta años es un ejemplo de que la gracia del Señor es todo-suficiente. Dos hermanos tuvieron una disputa muy seria con respecto a las finanzas. Un hermano reclamaba que el otro le debía cierta cantidad de dinero, y el otro hermano negaba lo que afirmaba el primero. Finalmente, trajeron el problema a los ancianos de la iglesia, quienes se esforzaron en rectificar la situación. Sin embargo, no encontraron ninguna solución; al contrario, estos hermanos incluso discutieron en la presencia de los ancianos. Finalmente, les dije a ambos hermanos que el que recibiera la gracia del Señor estaría dispuesto a olvidarse completamente de la deuda. Les dije que el “tribunal” en la iglesia es totalmente diferente de los tribunales del mundo. La diferencia radica en que al “tribunal” de la iglesia no le importa quién tiene la razón; solamente suministra la gracia necesaria para satisfacer la necesidad. Les dije que si ellos recibieran la gracia del Señor, le alabarían y estarían dispuestos a considerar el asunto resuelto. Los dos hermanos y los ancianos se sorprendieron. Entonces sugerí que todos oráramos juntos. Después de un tiempo de oración, los dos hermanos comenzaron a llorar y a alabar al Señor. Finalmente, estuvieron dispuestos a olvidarse de todo, y ya no hubo ningún problema. Aún más, todos festejamos la gracia del Señor.
(Terreno genuino de la unidad, El, capítulo 7, por Witness Lee)