EL TERRENO DE LA UNIDAD
SE HA PERDIDO POR COMPLETO
Todas las divisiones que hay en el cristianismo son elevaciones que tienen que ver con la concupiscencia o la ambición. La división abre el camino a toda clase de maldad. Consideren la maldad que hizo Jeroboam: hizo dos becerros de oro y puso uno en Bet-el y el otro en Dan. También hizo una casa en los lugares altos y designó sacerdotes para los lugares altos de entre cualquier clase de gente. Él instituyó “una fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y ofreció sacrificios sobre un altar” [1 R. 12:32]. Todos estos puntos se pueden aplicar al cristianismo actual. Por ejemplo, únicamente los creyentes genuinos que tienen la vida de Cristo, que aman al Señor y que conocen la Palabra deben ser sacerdotes. Pero en la cristiandad actual hay muchos ministros que incluso no creen que Cristo es el Hijo de Dios. Además, en el cristianismo se celebran muchas fiestas, como la Navidad y la semana santa, las cuales han sido instituidas y establecidas por el hombre. También, tal como los hijos de Israel fueron finalmente llevados en cautiverio y experimentaron una pérdida completa del terreno de la unidad, así también los cristianos de hoy han sido llevados a Babilonia. El terreno de la unidad no sólo se ha dañado, sino que además se ha perdido por completo. Son muy pocos los cristianos que tienen alguna noción de lo que es el terreno de la unidad. ¿A quién le interesa la unidad genuina hoy? Es raro encontrar cristianos a quienes les interese la unidad. Hace muchas generaciones se perdió la unidad genuina de los creyentes en Cristo. Por esta razón la condición de la cristiandad actual es totalmente babilónica. Aunque algunos hablan de la unidad, ésta no es la unidad genuina revelada en las Escrituras. Cuando hablamos del terreno de la unidad, casi nadie puede entender nuestras palabras. Para la mayoría de los cristianos, las palabras acerca de la unidad suenan como un idioma extranjero.
(Terreno genuino de la unidad, El, capítulo 9, por Witness Lee)