Terreno genuino de la unidad, El, por Witness Lee

NO ABUSAR DE LA GRACIA DE DIOS

Hay varias razones por las que el Señor nos ordena que no hagamos lo que a nosotros nos parece bien, sino que vayamos al lugar que Él escogió. La primera de ellas es que no debemos abusar de la gracia de Dios. Los hijos de Israel tenían que apartar para el Señor las primicias, el diezmo, del fruto de la buena tierra. Además, debían ofrecerle las primicias de sus ovejas y de sus vacas. Ellos no tenían ningún derecho de guardarse el primogénito o el diezmo de las primicias para sí mismos. Tampoco se les permitía comerlos en casa. Deuteronomio 12:17 y 18 dice: “Tampoco comerás en tus poblaciones el diezmo de tu grano, de tu vino o de tu aceite, ni las primicias de tus vacas ni de tus ovejas, ni los votos que prometas, ni las ofrendas voluntarias, ni ninguna otra ofrenda reservada de tus manos, sino que delante de Jehová, tu Dios, las comerás, en el lugar que Jehová, tu Dios, haya escogido”. Según estos versículos, los israelitas también tenían que presentar los sacrificios de los votos prometidos y de las ofrendas voluntarias en el lugar que Dios escogiera. Sin duda, el pueblo de Dios presentó las primicias de sus frutos y de sus ovejas como votos u ofrendas voluntarias. El punto aquí es que todas estas ofrendas —los diezmos, las primicias, los votos y las ofrendas voluntarias— se podían disfrutar solamente en el lugar que Dios había escogido para poner allí Su nombre. Es decir, los hijos de Israel tenían que acudir al lugar de la habitación de Dios con la mejor porción del rico fruto de la buena tierra. Esto indica que no se le permitía abusar de la gracia de Dios. Ellos no tenían ningún derecho de disfrutar la mejor porción según sus gustos o preferencias; más bien, debían disfrutarlas según las regulaciones de Dios. No tenían otra opción más que llevar estas ofrendas al lugar que Dios había escogido para poner allí Su nombre y Su habitación.

Este principio aún se aplica hoy en la vida de iglesia. Si no acudimos a las reuniones de la iglesia, no podremos disfrutar de la porción suprema de Cristo. Cuando nos quedamos en casa a propósito y no vamos a las reuniones, no somos aptos para disfrutar de la mejor porción de Cristo. Si bien podemos tener cierto disfrute del Señor al orar-leer o al tener comunión, no podemos disfrutar de esas porciones de Cristo tipificadas por las primicias, los diezmos, los votos prometidos y las ofrendas voluntarias. Hay una regulación divina que nos prohíbe abusar de la gracia de Dios. Según esta regulación, debemos ir a la casa de Dios, la iglesia, a fin de disfrutar la mejor porción de Cristo. Tenemos que acudir al lugar que Dios ha escogido; no se nos permite actuar según nuestra propia elección o preferencia. Al aceptar lo que Dios ha escogido, nos sometemos y no abusamos de Su gracia.

(Terreno genuino de la unidad, El, capítulo 4, por Witness Lee)