Estudio-vida de Ezequiel, por Witness Lee

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EL TIEMPO DE LA VISIÓN

Al inicio mismo de esta sección (40:1), se nos dice el tiempo de la visión: el año, el mes y el día. Si comparamos el año mencionado aquí con el mencionado al comienzo del capítulo 1, veremos que hay una diferencia de veinte años. La visión de la apariencia que tiene la gloria del Señor, la cual Ezequiel vio en el capítulo 1, fue vista en el quinto año del cautiverio. La visión del edificio santo de Dios, la cual Ezequiel vio en el capítulo 40, fue vista en el año veinticinco del cautiverio. Hay, pues, una diferencia de veinte años, lo cual no es un tiempo breve. Debemos recordar que cuando Ezequiel vio la primera visión, él tenía treinta años de edad, la edad en que un sacerdote comienza a desempeñar su función. Cuando vio la última visión, él tenía cincuenta años de edad, la edad en que un sacerdote se retiraba del servicio activo. Esto es muy significativo, pues indica que para ver el edificio de Dios, Ezequiel necesitaba mayor madurez en vida. Cuando vio la primera visión, Ezequiel era todavía bastante joven, ya que apenas tenía unos treinta años de edad. Pero cuando vio la visión del edificio de Dios, él se encontraba en el tiempo de su retiro, lo cual indica que había logrado mayor madurez en vida y podía ver el edificio del Señor. Para ver la visión del edificio de Dios se requiere la madurez en vida. Es debido a su inmadurez en la vida divina que muy pocos cristianos de hoy han visto algo con respecto al edificio del Señor. En términos espirituales, muchos están muy por debajo del nivel que corresponde a la edad de treinta años y, por ende, ni siquiera son aptos para ser aprendices. Por tanto, no es posible para ellos ver la visión del edificio santo de Dios.

Es significativo que los años sean contados de cinco en cinco. La primera visión fue vista en el año cinco, y la última visión en el año veinticinco.

Veinticinco es cinco veces cinco. En la Biblia, el número cinco significa el hombre más Dios. Cuatro es el número de la criatura, el hombre, y uno es el número del Creador, Dios. Cinco significa sobrellevar responsabilidad. Por tanto, el número cinco, que está compuesto por cuatro más uno, representa al hombre, la criatura, más Dios, el Creador, que juntos sobrellevan responsabilidades. El número veinticinco significa no solamente madurez, sino también ser plenamente apto para sobrellevar responsabilidades.

Este año es también llamado el año catorce. El año veinticinco es resultado de contar los años a partir del tiempo en que se inició el cautiverio, mientras que el año catorce es resultado de contar los años a partir del tiempo de la destrucción de Jerusalén. Ezequiel 40:1 dice: “Después que la ciudad fue conquistada”.

En la Biblia el número catorce está compuesto principalmente de siete veces dos. Siete es el número de compleción, y dos es el número de testimonio. Por tanto, siete veces dos denota un testimonio de compleción. Esto indica que por catorce años la destrucción de la ciudad de Jerusalén había sido un testimonio contundente para el pueblo. Originalmente, el pueblo no creía que la ciudad sería destruida; no obstante, Ezequiel les profetizó con respecto a la destrucción de la ciudad de Jerusalén, y su profecía se cumplió. Catorce años después de la destrucción de Jerusalén, Ezequiel vio más visiones. Esto significa que el testimonio de la destrucción de la ciudad había sido suficiente. Había permanecido por catorce años, y después de esos catorce años el pueblo que estaba en cautiverio había comprendido que aquel era un testimonio contundente.

Además, se nos dice que Ezequiel vio las visiones al principio del año, en el primer mes. El primer mes indica un nuevo comienzo. Esto indica que con nosotros, en nuestra experiencia, es necesario que el edificio de Dios tenga un nuevo comienzo. Cuando vemos algo acerca de la edificación de la iglesia, éste es un nuevo comienzo en nuestra vida.

En el relato también se nos habla del décimo día. Según Éxodo 12:3, el décimo día del primer mes era el día en que el pueblo de Israel preparaba el cordero para la Pascua. Ciertamente esto apunta a Cristo, nuestra Pascua, para nuestra redención. Con base en esto podemos ver que siempre que tengamos un nuevo comienzo en nuestra vida cristiana, éste tiene que estar basado en Cristo y Su redención. En nosotros mismos, en virtud de lo que somos y podemos hacer, jamás podríamos tener un nuevo comienzo. No somos aptos para tener un nuevo comienzo, y no tenemos mérito alguno que nos permita tener un nuevo comienzo. Todo nuevo comienzo que podamos tener en nuestra vida espiritual siempre se basa en Cristo, el Cordero pascual, y Su redención. Es únicamente por Cristo y Su redención que podemos tener un nuevo comienzo en nuestra vida cristiana.

(Estudio-vida de Ezequiel, capítulo 19, por Witness Lee)