ISRAEL ES EL CENTRO DE LA ECONOMÍA DE DIOS
PARA CON EL LINAJE HUMANO SOBRE LA TIERRA
Según Génesis 11, la humanidad rebelde buscó hacer algo a fin de edificar la torre y ciudad de Babel de modo que pudieran consolidarse y hacerse un nombre para sí. Sin embargo, el Señor descendió para ejecutar Su juicio sobre esta gente rebelde. Bajo el juicio del Señor, Babel se convirtió no en un centro para congregar, sino en un centro para dispersar y, a partir de Babel como centro, el linaje humano fue dispersado.
Deuteronomio 32:8 dice: “Cuando el Altísimo dio a las naciones su heredad, / cuando hizo dividir a los hijos del hombre, / puso los límites de los pueblos / según el número de los hijos de Israel”. Aquí vemos que Dios estableció los límites de todas las naciones conforme al número del pueblo de Israel. Esto indica que en la realización de Su economía sobre la tierra entre el linaje humano, Dios hizo de Israel el centro. Israel es el centro de la población de la tierra. Con certeza, Dios hizo esto con un propósito.
Si observamos un mapa, veremos que Palestina, la buena tierra donde Dios puso a Israel, es el verdadero centro de la tierra habitada. Palestina está situada en el centro de tres continentes: Europa, Asia y África, que son los continentes donde se originó el linaje humano. Posteriormente, la población humana se propagó hacia América y Australia. La ubicación central de la tierra de Israel proveyó una buena oportunidad para la propagación del evangelio. Sabemos por la historia que la predicación del evangelio comenzó en Jerusalén y después se propagó a Europa, Egipto y Asia. Con el tiempo, la predicación del evangelio se propagó a América y Australia. Éste fue el propósito de Dios al poner a Su pueblo en el centro de la población humana. Además, según la profecía con respecto a la era venidera, el milenio, los del pueblo de Israel serán los sacerdotes que en la tierra enseñarán a todas las naciones a adorar a Dios (Is. 61:6; 2:3). Estas profecías también nos muestran que Palestina es el centro de la tierra.
Sin embargo, en tiempos de Ezequiel, el pueblo de Israel cayó en degradación y dejó de ser apto para cumplir el propósito de Dios. Tal situación de degradación obligó a Dios a ejecutar Su juicio sobre ellos y a temporalmente dejar de tener a Palestina como Su centro. Dios se volvió nuevamente a Babel e hizo surgir al rey Nabucodonosor, quien edificó el gran imperio de Babilonia. El Imperio babilónico se convirtió en el centro desde el cual Dios ejecutó Sus juicios. Fue mediante el Imperio babilónico liderado por Nabucodonosor que Dios ejecutó Sus juicios no solamente sobre Su pueblo, Israel, sino también sobre las naciones.
(Estudio-vida de Ezequiel, capítulo 15, por Witness Lee)