Estudio-vida de Ezequiel, por Witness Lee

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TIENEN PIES DE BECERRO

Procedamos ahora a considerar los pies de becerro, un asunto de particular importancia en la visión presentada en Ezequiel 1.

Son rectos

Todos debemos andar como un becerro, con pies rectos. Ningún cristiano debe andar con garras de león. Si bien podemos aplicar la valentía de un león a nuestro carácter cristiano, no debemos aplicar las garras de león a nuestro andar cristiano. Tampoco debemos andar con garras de águila. Aquellos que andan con garras de águila, a la postre terminarán hiriendo a otros.

Además, tampoco debemos andar con pies de hombre. Los pies del hombre son buenos, pero un poco torcidos. La habilidad humana es algo torcido. A esto se debe que Pablo dijera que él no se conducía conforme a la sabiduría carnal, esto es, apoyándose en la habilidad humana. En lugar de ser torcido o hábil, nuestro andar cristiano debe ser recto y franco. A esto se debe que Pablo nos insta a no mentirnos unos a otros (Col. 3:9). Jamás debiéramos mentir a un hermano. Mentir equivale a ser torcidos. Si usted puede decir algo, hable con toda honestidad. Si no puede hablar con toda honestidad, simplemente no diga nada.

Durante los últimos días antes que el Señor Jesús fuese crucificado, Él subió a Jerusalén, donde estaba rodeado por los líderes religiosos y políticos. En cierta ocasión, “los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a Él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas?” (Mt. 21:23). Al responderles, el Señor Jesús les dijo: “Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?” (vs. 24-25a). Entonces ellos discutieron entre sí, diciendo: “Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres, tememos a la multitud; porque todos tienen a Juan por profeta” (vs. 25b-26). Al verse en tal dilema, ellos pensaron que la mejor respuesta sería dar una respuesta torcida; por lo cual, volviéndose al Señor Jesús le dijeron: “No sabemos” (v. 27a). En realidad ellos sí sabían, pero no querían decirlo. Esto indica que eran personas torcidas. Entonces el Señor Jesús, conocedor de que eran personas torcidas, les dijo: “Tampoco Yo os digo con qué autoridad hago estas cosas” (v. 27b). Aquí podemos ver que mientras los principales sacerdotes y los ancianos eran personas torcidas, el Señor Jesús era recto. En este sentido, los pies del Señor Jesús eran pies de becerro; en Él no había nada torcido.

Si leemos los cuatro Evangelios, veremos que mientras el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él anduvo de manera muy recta. Una pisada tras otra de Su andar fueron pisadas rectas. Él anduvo en la tierra con pies de becerro.

Nosotros también debemos andar de este modo hoy. Si andamos de manera torcida, no podemos esperar que la iglesia sea edificada. En la vida de iglesia todos tenemos que ser francos, honestos, fieles y sinceros. Debemos ser simples y sencillos. Si queremos decir sí, debemos decir sí; si queremos decir no, debemos decir no. Lo que vaya más allá de esto, procede del maligno (Mt. 5:37), el padre de toda mentira (Jn. 8:44). Es posible que alguien mienta con una buena intención, pero de todos modos esa mentira procede del maligno. No debemos andar conforme a nuestros pies torcidos de hombre, sino con pies de becerro. Los pies de hombre son torcidos, pero los pies de becerro son rectos.

No solamente el Señor Jesús era recto en Su andar, sino que también el apóstol Pablo era muy recto, franco, fiel y honesto en su andar. Al leer las epístolas de Pablo a los corintios, podemos comprender que Pablo era una persona recta y franca. En 1 Corintios 4:21 él preguntó: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?”. ¿Qué pasaría si uno de los siervos del Señor tuviera que escribir una carta haciendo tal pregunta a una iglesia en la actualidad? La congregación entera estaría atónita. Si hemos de ser siervos fieles del Señor, tenemos que ser rectos de ese modo.

Están hendidos

Además de ser rectos, los pies de un becerro son hendidos, están divididos. Según Levítico 11:4-6, todo animal que no tenga la pezuña dividida es inmundo. Todos los animales considerados limpios eran animales cuyas pezuñas estaban hendidas, divididas. Los animales limpios, tales como la vaca y la oveja, tienen dos características: rumian y tienen la pezuña dividida.

Tener los pies hendidos significa que en nuestro andar con el Señor es necesario ejercer el discernimiento apropiado a fin de discernir entre lo correcto y erróneo, entre lo limpio e inmundo. Tener pies que no están hendidos, como los de un camello, es tener un andar sin discernimiento. Como creyentes en Cristo, debemos tener tal clase de andar a fin de que podamos discernir entre lo correcto y erróneo a los ojos de Dios. Tenemos necesidad de esta clase de discernimiento en nuestro andar cristiano diario.

También tenemos necesidad de tal discernimiento al practicar la vida de iglesia. En este país el término iglesia local se ha vuelto bastante popular. Muchos grupos adoptan este término a la ligera y se llaman a sí mismos una iglesia local; por tanto, es necesario que sepamos discernir si un determinado grupo de creyentes constituye de hecho una iglesia local genuina, apropiada y normal. Tenemos necesidad de pies hendidos. No debemos ser descuidados pensando que simplemente debido a que cierto grupo afirma ser una iglesia local, entonces ellos verdaderamente deben ser una iglesia local. Algunos grupos son genuinos, y otros no son genuinos. Algunos están correctos, y otros están equivocados. Algunos son verdaderos, y otros no son verdaderos. Debemos tener discernimiento. Tanto en nuestro andar cristiano diario como en la vida de iglesia debemos tener los pies hendidos de un becerro.

(Estudio-vida de Ezequiel, capítulo 6, por Witness Lee)