Cristo crucificado, El, por Witness Lee

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CRISTO ES EL CENTRO Y LA REALIDAD DE TODAS NUESTRAS ACTIVIDADES ESPIRITUALES

Eso no significa que cuando vayamos a predicar el evangelio, no necesitemos hablarles a las personas acerca de Dios, del pecado, de Jesús el Salvador y de la manera en que ellos pueden recibirlo como su Salvador, y que ahora únicamente tenemos que decirles que les estamos transmitiendo a Cristo para que lleguen a ser “uvas”. Más bien, esperamos que todos los cristianos reciban esta luz, a fin de que en su predicación del evangelio se olviden del cielo, del infierno y del sufrimiento futuro. Tenemos que decirles a las personas que la razón por la cual ellas sufren es que no tienen a Cristo. Aunque puedan tener muchas otras cosas, no tienen a Cristo. Tenemos que hacerles saber que nosotros somos cristianos, que tenemos a Cristo en nosotros, que somos pámpanos de Cristo, quien es la vid, y que hemos venido a visitarlos con el fin de transmitirles a Cristo. Una vez que ellas reciban a Cristo, llegarán a ser personas preciosas, resplandecientes y celestiales.

Todos debemos predicar el evangelio de esta manera: transmitir al Cristo que está en nuestro interior a nuestros amigos y a todos los de nuestra familia. Todos somos pámpanos de la vid. Cuando la vida de Cristo se transfunda en nosotros y pase por medio nosotros, fluyendo de nosotros a otros, ellos recibirán la vida de Cristo y vendrán a ser el fruto que nosotros producimos como pámpanos de la vid. Ésta es la meta de nuestra predicación del evangelio. Si predicamos el evangelio sin impartir a Cristo en los demás, nuestro evangelio carecerá de centro y de realidad. El centro y la realidad de todas nuestras actividades espirituales deben ser Cristo mismo.

El mismo principio se aplica cuando visitamos a los creyentes, los edificamos y pastoreamos. Cristo debe ser el centro y la realidad de todas nuestras actividades espirituales. Por ejemplo, supongamos que un hermano tiene un problema; supongamos que ha perdido su trabajo, que se ha caído o se ha descarriado, y que nosotros vamos a visitarlo simplemente con la intención de consolarlo, fortalecerlo y decirle que ore, lea la Biblia y reciba luz. Aunque no podríamos decir que esto esté mal, definitivamente esto muestra que todavía no conocemos la realidad espiritual. Simplemente estamos brindándole alguna ayuda y algún consuelo. Si bien esto es bueno, carece de Cristo y, por lo tanto, carece de centro y de realidad. Cristo es el centro de todas las cosas espirituales y también la realidad de todas las cosas espirituales.

(Cristo crucificado, El, capítulo 13, por Witness Lee)