CRISTO ES EL TODO Y ESTÁ EN TODOS
Cuando Pablo escribió el libro de Filipenses ya era anciano y aún confesaba no tener el debido conocimiento de Cristo. En Filipenses 3:10 él claramente dijo que aún proseguía a fin de conocer a Cristo. El hecho de que seamos personas espirituales o no, dependerá de que continuamente busquemos a Cristo. La razón por la cual no somos espirituales es que estamos escasos de Cristo. La razón por la cual no crecemos espiritualmente y no tenemos peso espiritual es que estamos escasos del conocimiento de Cristo. No tenemos el debido entendimiento espiritual y estamos escasos de amor y santidad debido a que estamos escasos de Cristo.
A los cristianos no les hacen falta muchas cosas; antes bien, lo único que les hace falta es más de Cristo. En 1 Corintios 1:30 dice que Cristo “nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención”. Todos debemos comprender que Cristo es nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación, nuestra redención, nuestra vida, nuestro poder, nuestra luz y nuestro todo. A los ojos de Dios todo asunto espiritual, toda realidad espiritual es sencillamente Cristo mismo.
Toda nuestra carencia y escasez espiritual se debe al hecho de que nos falta más de Cristo. Así pues, usted carece de fervor porque no tiene lo suficiente de Cristo, yo estoy falto de amor porque no tengo lo suficiente de Cristo, y a él le falta fe porque no tiene lo suficiente de Cristo. De nada sirve exhortar a las personas a que tengan más fervor, amor y fe. Lo único que podemos hacer es ministrarles Cristo; entonces espontáneamente tendrán más fervor, amor y fe. Desde el momento en que Cristo entró en nosotros, nosotros tenemos la sabiduría, la luz y el camino porque Cristo es el todo y está en todos (Col. 3:11). Separados de Él nada podemos hacer, y separados de Él todo cuanto hagamos no tendrá ningún valor a los ojos de Dios.
Si una persona que ministra a la iglesia no es Cristo, y si el pastoreo que ella brinda a los santos tampoco es Cristo mismo, entonces aunque reciba las alabanzas de los hombres, no recibirá ninguna alabanza de parte de Dios, no importa si es un diácono, un anciano o un hermano servidor. Aun cuando reciba la aprobación de los hombres, no recibirá la aprobación de Dios. Esto se debe a que todo lo que se hace fuera de Cristo no cuenta para nada a los ojos de Dios. Todo lo que hagamos contará ante Dios únicamente cuando estemos en Cristo y permitamos que Cristo pase por nosotros y fluya de nosotros. Ya sea que prediquemos el evangelio o visitemos a los santos, o que los ancianos pastoreen a los santos o los diáconos realicen su servicio, todo ello tendrá valor únicamente cuando Cristo fluya por medio de nosotros y sea expresado a través de nosotros. El valor espiritual es Cristo mismo; por lo tanto, solamente lo que es de Cristo tiene valor.
(Cristo crucificado, El, capítulo 13, por Witness Lee)