LA DOCTRINA DE LA CRUZ
NO TIENE NINGÚN EFECTO EN EL VIVIR DEL HOMBRE
Si una persona simplemente tiene la doctrina de la cruz, pero no conoce ni experimenta la cruz, dicha doctrina no tendrá ningún efecto en su persona ni en su vivir. Algunas personas dicen que conocen la cruz, que ya están en la cruz y que ya están acabadas o aniquiladas. Sin embargo, cuando uno observa su modo de vivir, se da cuenta de que ellos no saben lo que es la cruz, pues viven totalmente regidos por su yo. Piensan según su propia manera de pensar, evalúan a las personas según su propia perspectiva y resuelven los asuntos basados en su propio juicio. Todo lo hacen regidos por su yo. Las personas que son así únicamente son capaces de discernir lo bueno de lo malo; ellas desean lo bueno y no lo malo. A lo más pueden discernir lo correcto de lo incorrecto; desean lo que es correcto y rechazan lo que es incorrecto.
Sin embargo, una persona que realmente conoce la cruz es alguien que es iluminada por Dios. Día a día vive a la luz de la cruz y es capaz de discernir en los asuntos importantes o insignificantes de su vivir aquello que proviene del yo y lo que proviene de Cristo, que opinión es del yo y qué opinión es de Cristo, qué idea procede del yo y qué idea procede de Cristo, qué acción es motivada por el yo y qué acción es motivada por Cristo. A él no le importa si algo es correcto o incorrecto, bueno o malo, sino si ello proviene de Cristo o de sí mismo.
Un día, si bajo la iluminación de Dios realmente vemos que fuimos aniquilados, tendremos un entendimiento profundo de nuestras acciones, pensamientos y reacciones en cada minuto de nuestra vida diaria. Esto nos permitirá discernir si ellos proceden de nosotros mismos o de Cristo. Si realmente recibimos la luz de la cruz, cada vez que tengamos una actitud o pensamiento que proceda de nosotros mismos, de inmediato tendremos un profundo sentimiento de condenación.
Un día Dios nos mostrará que todo lo que proceda del “yo” es Su enemigo. Si el “yo” no es eliminado, la vida de Dios no encontrará ningún punto de salida en nuestro ser. Si vemos esto, nos será imposible vivir conforme a nuestra propia vida. Debido a que vemos esto, cada vez que vayamos a expresar nuestras opiniones, no podremos expresarlas. Ésta es la experiencia de la cruz.
(Cristo crucificado, El, capítulo 4, por Witness Lee)