Cristo crucificado, El, por Witness Lee

Más extractos de este título...

LA OBRA DE DIOS SE BASA EN NUESTRA ORACIÓN

Sabemos que la obra de Dios depende de nuestra oración. La medida en que Dios obre dependerá de cuánto nosotros oremos. Qué tan fuerte sea la obra de Dios dependerá de cuán fuerte sea nuestra oración, y cuán eficaz sea la obra de Dios dependerá de cuánto elemento espiritual contenga nuestra oración. Cierto siervo del Señor una vez dijo que nuestra oración determinará la medida en la que Dios obre. Las personas por las cuales oramos son personas en las cuales Dios obrará, y cuánto oremos determinará la medida en la cual Dios obrará. Así pues, nuestra oración prepara el camino para la obra de Dios.

Pedimos al Señor que obre entre nosotros no sólo hoy, sino mucho más en el futuro. Para ello tenemos que dedicar mucho tiempo a la oración. Si no oramos lo suficiente ni de manera específica, no podemos esperar que Dios vaya a obrar más. Por lo tanto, le pedimos a Dios que les conceda a los santos la carga de orar. Ponemos nuestros ojos en Dios para que los presione a orar, aun al grado de que pierdan la paz, de que sientan que no pueden avanzar y que no pueden comer ni conciliar el sueño hasta que oren. El salmista nos dijo que mejor es un día en los atrios de Dios que mil fuera de ellos (Sal. 84:10). Eso significa que pasar tiempo en oración es mil veces más eficaz que dedicar tiempo a otros asuntos. Pasar un día en oración es mejor que pasar mil días envueltos en otros asuntos. Le pedimos al Señor que haya entre nosotros suficiente oración y un número suficiente de hermanos que oren.

(Cristo crucificado, El, capítulo 7, por Witness Lee)