LA IGLESIA ES LA EXTENSIÓN
Y LA PROPAGACIÓN DE CRISTO
Todos hemos tenido la experiencia en la que intentamos hacer el bien, pero no podemos hacerlo. Esto se debe a que somos débiles. No obstante, debemos comprender que puesto que Cristo ha entrado en nosotros, no hay nada bueno que no podamos hacer ni hay ninguna buena obra que no podamos realizar. La vida infinita de Cristo con su infinito poder ha entrado en nosotros. Así como Él es, también lo somos nosotros; y así como Él posee la vida de Dios, nosotros también la poseemos. Además, la vida que está en nosotros es el poder de Dios. Todos los que leen la Biblia saben que los cuatro Evangelios son biografías de Jesús, y que Hechos es la biografía de los discípulos. Sin embargo, hablando con propiedad, Hechos es también la biografía de Jesús. Los cuatro Evangelios son las biografías de Jesús como un individuo, mientras que Hechos es la biografía de Jesús en los discípulos. Por lo que en Hechos no solo hay un solo Jesús, sino que los discípulos del Señor vinieron a ser la iglesia como Su extensión, en el ámbito del tiempo, y Su propagación, en el ámbito del espacio. Después de dos mil años de extenderse y propagarse, este Jesús ahora está en los Estados Unidos y en China al mismo tiempo; Él está simultáneamente en el oriente y en el occidente. Éste es el propósito que Dios desea llevar a cabo. La razón por la cual el Señor Jesús tenía que morir y resucitar era para poder entrar en el hombre y ser la vida del hombre con miras a Su propagación y extensión.
Sin embargo, en el cristianismo de hoy, la gente presenta la salvación de Dios y la verdad de una manera muy superficial. Puesto que no ven el profundo y misterioso contenido de Dios, ellos simplemente les dicen a las personas: “Ustedes son pecadores, pero Cristo murió por ustedes y quitó todos sus pecados para poder darles gozo y paz. Si creen en el Señor Jesús, recibirán únicamente bendiciones y no sufrirán ninguna pérdida”. Algunas veces, cuando las personas no tienen paz, encuentran paz después de que oran al Señor. Lo mismo experimentan en sus negocios; algunas veces su negocio es bendecido cuando oran. Sin embargo, el cristianismo ha pasado por alto un hecho muy precioso: la vida de Dios entra en el hombre en el momento en que éste cree en Jesús.
Usemos como ejemplo la instalación de una lámpara eléctrica. Si todo está listo, pero la lámpara no ha sido conectada al enchufe de la electricidad, la lámpara no puede resplandecer. Pero tan pronto como la conectamos al enchufe, de inmediato la electricidad entrará en la lámpara y la hará resplandecer. Este resplandor no es el resultado de pulir la lámpara ni de que se le saque brillo. Si le sacamos brillo a la lámpara por fuera, pero no la conectamos a la electricidad, ella no resplandecerá. No obstante, una vez que la electricidad entre, la lámpara emitirá luz. Sucede lo mismo con respecto a nosotros los cristianos. No piensen que si ustedes “se sacan brillo” externamente, es decir, si logran mejorar su comportamiento, serán salvos. Si no tenemos la luz, es decir, si Cristo no entra en nosotros y si tampoco tenemos la vida de Dios, aún estaremos vacíos interiormente. Nada podrá satisfacernos hasta el día en que abramos nuestro corazón para recibir al Señor Jesús, no sólo para recibir el hecho de que Él cargó con nuestros pecados, sino además para recibirlo a Él mismo como nuestra vida. Entonces, Él entrará en nosotros y seremos salvos.
(Cristo crucificado, El, capítulo 3, por Witness Lee)