Cristo crucificado, El, por Witness Lee

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CRISTO SE MEZCLA CON NOSOTROS CON EL FIN DE TRANSFORMARNOS

¿Qué significa ser salvo? Ser salvo significa que de ahora en adelante usted tiene la vida de Dios en su interior y que ya no es la misma persona que era antes. Antes usted era un hombre auténtico; sin embargo, un día usted se arrepintió y creyó en el Señor Jesús abriéndole su corazón y su espíritu. Como resultado, Él entró en usted. Desde ese momento, usted cambió de naturaleza. (Si usted no ha cambiado de naturaleza, me temo que aún no es salvo). Anteriormente, usted era solamente un hombre, pero desde que recibió a Jesús como su Salvador, usted cambió de naturaleza. Una persona que ha cambiado de naturaleza es una persona que ha sido salva.

Por ejemplo, si el sabor del agua en esta taza fuera agrio, usted no se atrevería a beberla. Sin embargo, después que se le añade azúcar, el agua se endulza y adquiere un sabor agradable. ¿Por qué? Porque algo más le fue añadido. Por consiguiente, creer en Jesús no tiene como propósito mejorar o reformar al hombre. Tampoco equivale a recibir la religión cristiana y aprender sus creencias. Creer realmente en Jesús significa que el Espíritu de Cristo le es impartido a usted, significa que una gran medida de Cristo le es impartida mediante el Espíritu Santo, de modo que dentro de usted llega a tener un elemento adicional que es resplandeciente, santo y bueno. Una vez que este elemento entra en el hombre, el hombre experimenta una transformación en su modo de ser.

Anteriormente usted era una persona irascible y que no perdonaba, pero ahora usted cede ante los demás en todo y está dispuesta a sufrir el maltrato. Ser cristiano, sin embargo, no consiste en cultivarse a uno mismo para eliminar el “sabor agrio” de nuestra vida. Aunque nosotros, los cristianos, tengamos el elemento de Cristo dentro de nosotros, seguimos teniendo ese “sabor agrio”. La diferencia es que aunque seguimos teniendo un “sabor agrio”, algo “dulce” se ha añadido a nosotros. ¿Qué significa ser un cristiano? Un cristiano es alguien con quien Cristo se ha mezclado. Aunque anteriormente usted era una persona irascible, ahora la mansedumbre de Cristo absorbe su irritabilidad. Ése no es el resultado de sus esfuerzos por ser una mejor persona, ni es el resultado de cultivarse a sí mismo, ni tampoco el fruto de su ejercicio, sino que es la vida de Cristo que ha entrado en su vida, la naturaleza de Cristo que ha entrado en su naturaleza, la personalidad de Cristo que ha entrado en su personalidad, y Cristo mismo que ha entrado en su ser para mezclarse con usted. Una vez que Cristo se mezcle con usted, Él lo absorberá. Usted no puede absorberlo a Él, porque Él es fuerte y usted es débil, Él es grande y usted es pequeño. De este modo su naturaleza es cambiada. Las tinieblas entonces se tornan en luz, la irritabilidad en amabilidad, la rebeldía en sumisión, la crueldad en amor y la inmundicia en santidad.

Por este motivo, tenemos que pasar mucho tiempo en oración, pidiéndole al Señor que nos conceda luz para ver que el propósito eterno de Dios es que Él desea mezclarse con nosotros. Sólo cuando veamos esto sabremos qué cosa es ser espiritual y qué cosa es progresar espiritualmente. Sólo cuando veamos esto sabremos lo que realmente el Señor desea hacer en el hombre. Lo que Dios desea hacer en el hombre es efectuar esta mezcla. Aparte de esto, no importa qué hagamos, Dios no estará satisfecho. No sólo no estará satisfecho, sino que además se sentirá triste y se lamentará hasta que veamos que Su propósito eterno es que Él se mezcle a Sí mismo con el hombre. Sólo entonces, Él hallará satisfacción y descanso y sólo entonces habrá verdaderamente ganado algo en nosotros.

Todos debemos orar y pedirle al Señor que nos muestre Su propósito eterno y el hecho de que Él desea mezclarse con nosotros. Es probable que aunque escuchemos estas palabras, interiormente aún no hayamos recibido la visión, la inspiración ni la revelación, y sigamos sin poder ver. Por consiguiente, tenemos que orar y pedirle al Señor que nos muestre esta visión espiritual relacionada con el deseo que Él tiene en Su corazón. Debemos pedirle que quite nuestros velos y nos permita comprender que lo que Él busca en nosotros no es nuestro amor, nuestra fe, nuestro fervor ni nuestra buena conducta; antes bien, lo que Él desea y lo que lo satisface es mezclarse a Sí mismo con nosotros.

(Cristo crucificado, El, capítulo 2, por Witness Lee)