CRISTO ES LA ESENCIA DEL CRISTIANO
Y DE LA IGLESIA
Todos sabemos que Cristo es la realidad de todas las cosas espirituales. La esencia de un cristiano es Cristo y la esencia de la iglesia también es Cristo. Sin Cristo, no puede haber cristianos ni tampoco puede existir la iglesia. Debemos entender estas palabras de una manera profunda y subjetiva. Nunca debemos pensar que la iglesia es algo producido aparte de Cristo. No, la esencia de la iglesia es Cristo mismo. La iglesia no se produce aparte de Cristo; ni llega a existir simplemente por medio de Cristo. Más bien, la iglesia misma —la propia esencia de la iglesia— es Cristo. Bien sea que nos refiramos al cristiano o a la iglesia, la esencia de ellos es simplemente Cristo. Si Cristo no está en una persona, ella no es un cristiano; asimismo, si Cristo no está en un grupo de personas no son la iglesia.
En Colosenses se nos dice que Cristo es el todo y en todos (3:11). Con respecto a los cristianos podríamos afirmar que los cristianos son Cristo, y con relación a la iglesia, podríamos afirmar que la iglesia también es Cristo. Cristo vive en los cristianos y también vive en la iglesia. Más aún, todas las experiencias de los cristianos y todas las experiencias relacionadas con la iglesia, son experiencias de Cristo mismo; es decir, Cristo mismo es la experiencia propia de los cristianos, y Cristo mismo es la experiencia que se tiene en la iglesia. Ni la iglesia ni ningún cristiano pueden tener una experiencia espiritual aparte de Cristo. Ningún cristiano puede tener experiencias espirituales aparte de Cristo, y aparte de Cristo, la iglesia carece de experiencias espirituales. De manera que todas las experiencias propias de los cristianos y todas las experiencias que se tienen en la iglesia no sólo tienen lugar en Cristo, sino que además son Cristo mismo. Todas las experiencias son sencillamente Cristo mismo. Si no tocamos a Cristo ni le experimentamos, no ganaremos nada de Él y nuestra experiencia no podrá considerarse una experiencia espiritual.
Espero que todos captemos muy bien este principio. Ya sea que hablemos de creer en el Señor, del bautismo, del partimiento del pan, de la lectura de la Biblia, de la oración, de la predicación del evangelio, de edificar espiritualmente a los creyentes, del servicio, de la adoración o de cualquier otra experiencia espiritual, la experiencia misma deberá ser Cristo. Si no tocamos a Cristo en nuestra oración, nuestra oración no podrá ser contada como una experiencia espiritual. Si no tocamos a Cristo ni tenemos contacto con Él en nuestra lectura de la Biblia, dicha lectura a lo más será una lectura de escritos religiosos, pues carecerá de toda experiencia espiritual. Asimismo, si no tocamos a Cristo ni tenemos contacto con Él en cada asunto espiritual, simplemente estaremos teniendo contacto con cosas vanas sin llegar a tocar la realidad espiritual, ya que la realidad espiritual es sencillamente Cristo mismo. Es únicamente cuando tenemos contacto con Cristo en todo que obtenemos la realidad espiritual, ya que Cristo mismo es la realidad espiritual.
(Cristo crucificado, El, capítulo 9, por Witness Lee)