PARA QUE SEAMOS LLENOS HASTA LA MEDIDA
DE TODA LA PLENITUD DE DIOS
Todos sabemos que la intención eterna de Dios es forjarse a Sí mismo en nosotros y mezclarse con nosotros. Quizás algunos no pudiendo comprender esto, digan: “¿Cómo Dios y el hombre pueden mezclarse juntos? o ¿cómo puede Dios mezclarse a Sí mismo con el hombre?”. Hay por lo menos un versículo en la Biblia que nos muestra este asunto y nos dice de manera clara y enfática: “Para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios” (v. 19). No solamente Dios desea entrar en nosotros y mezclarse con nosotros, sino que además desea llenarnos de todas Sus riquezas —de todo lo que Él es y todo lo que Él tiene— al grado en que nosotros lleguemos a ser Su plenitud y expresión. Esto, el propósito final de Dios, es muy maravilloso y misterioso.
Todos los estudiosos de la Biblia reconocen que Efesios es el libro más elevado de entre todos los libros la Biblia y que el versículo 19 del capítulo 3 es la cumbre, el centro, del libro de Efesios. Día tras día, Pablo oró ante Dios por la iglesia en Éfeso. Aunque la iglesia en Éfeso ya era muy elevada y espiritual, Dios todavía tenía un deseo y un propósito aún más elevado con respecto a ellos. Esto nos muestra cuanto hemos descuidado el deseo que Dios tiene para Sus hijos y cuán difícil es que se cumpla en el hombre este deseo que Dios tiene. Lo que Dios ha deseado a lo largo de los siglos es que nosotros seamos llenos de Él hasta que tengamos la medida de Su plenitud.
¿Cómo podemos ser llenos de las riquezas de Dios, las cuales comprenden todo lo que Dios es? Para ello se requiere la obra que realiza el Espíritu Santo en nuestro interior. Si el Espíritu Santo no obrara dentro de nosotros, no podríamos ser llenos, ni tampoco sería posible que las riquezas de Dios se mezclaran con nosotros. En otras palabras, si no permitimos que el Espíritu Santo opere en nosotros, es imposible que las riquezas de Dios lleguen a ser nuestro elemento intrínseco. El Espíritu Santo obra dentro de nosotros a fin de que conozcamos al Cristo que está haciendo Su hogar en nuestros corazones. Es por ello que aquí se nos dice que el Espíritu Santo mora en nosotros y que Cristo está haciendo Su hogar en nuestros corazones a fin de revelarnos a Cristo poco a poco, de modo que podamos experimentarlo de una manera práctica. Cuando experimentamos a Cristo en nuestro interior podremos gustar y experimentar las riquezas de todo lo que Dios es.
(Cristo crucificado, El, capítulo 6, por Witness Lee)